Si eres alguien que se hace cargo de sus propios gastos, seguramente te has dado cuenta de que, durante los últimos meses, los costos de prácticamente todos los productos y servicios han tenido un aumento notable, que ya afecta la economía de muchas personas.
De acuerdo con el Tablero de Consumidor de la consultora Deloitte, alrededor del 60% de los mexicanos que han experimentado ansiedad y estrés durante los últimos meses lo atribuyen principalmente a la preocupación por su situación financiera; 60% de las personas se siente preocupada por las deudas en sus tarjetas de crédito y 71% está abrumado por la cantidad de dinero que tienen ahorrada (o por la carencia de ahorros).
Esto significa que, para un gran número de personas, en el momento actual, buena parte del estrés y ansiedad que experimentan es consecuencia de los desafíos que representan los altos niveles de inflación, el alza generalizada en los precios y el hecho de que el dinero alcance cada vez menos.
Si consideramos que, en México, una gran parte de la población no tiene suficientes ahorros, porque no tiene esa cultura o la posibilidad de hacerlo, la situación se complica aún más, pues muchos mexicanos viven al día.
Si bien practicar el ahorro y llevar un presupuesto inteligente es esencial en cualquier momento de la vida, se vuelve aún más crítico cuando el dinero escasea y los precios suben.
Pero primero, debe quedar claro que llevar un presupuesto no significa automáticamente recortar o eliminar todos los gastos que no son esenciales (comida, vivienda y demás aspectos básicos para vivir), sino aprender a equilibrar, elegir cosas acordes con tus ingresos (no gastar más de lo que ganas) y prescindir de aquellas cosas que no aprovechas del todo o que en realidad no le dan un “plus” a tu vida.
De hecho, la mayoría de los expertos en finanzas personales recomiendan hacer espacio también para las cosas que no se consideran esenciales pero respaldan el bienestar, como las actividades de ocio y entretenimiento, ya que un cuerpo y una mente saludables son fundamentales durante los momentos estresantes.
Los siguientes consejos te pueden ayudar a sortear de mejor manera esta etapa crítica, donde parece que el dinero se esfuma y las deudas no merman, para que logres salir de ella con unas finanzas lo más saludables que sea posible.
Honestamente, ¿cuándo fue la última vez que revisaste tu cuenta bancaria, tus facturas o simplemente el balance entre tus ingresos y tus gastos? Es normal que el simple hecho de pensarlo te haga sentir un poco incómodo, pero cuanto más lo hagas, más fácil se volverá tenerunas finanzas saludables. Tener una visión clara de lo que ganas y lo que gastas te ayudará a tener un mejor control y un majejo más inteligente de tu dinero, pues si de entrada no sabes en qué se te va el sueldo, seguirás llegando a la quincena con el saldo en ceros.
Como parte de este proceso, es necesario que establezcas tus gastos fijos: renta, comestibles, transporte (los gastos del auto o el costo del transporte público), servicios (agua, gas, electricidad), mensualidades de las tarjetas de crédito o pago de préstamos, gastos de tecnología (Wi-Fi, red móvil) y otros elementos que consideres esenciales. La suma de esto se considera tu línea de base, es el dinero que en cuanto recibes ya tiene destinatario; y el dinero sobrante es lo que puedes gastar en otras cosas no esenciales y lo ideal es que también destines parte de esa cantidad al ahorro.
Después de resolver los gastos básicos y establecer qué cantidad tienes disponible para gastar en otras cosas y/o ahorrar, debes ser inteligente acerca de a dónde va tu dinero. Invierte en las cosas que traen alegría y bienestar a tu vida, no en cosas de las que luego te sientas culpable o que vayas a comprar sólo por que está de oferta, porque está de moda o por aparentar. Piensa antes de comprar si eso es algo que realmente te hará feliz, si contribuye a tu bienestar y si vas a sacarle provecho.
Para esto es importante que conozcas tus valores para la vida. Dedica un tiempo a pensar en lo que quieres de la vida, lo que te hace feliz y las cosas que pueden ayudarte a serlo. Cuando conoces tus valores sobre cómo quieres vivir tu vida, ahí tienes un sistema natural para tomar decisiones. Ya sea que necesites elegir entre hacer mejoras en tu casa, cambiar de coche o transferir dinero a tus ahorros, tus valores te ayudarán a tomar la decisión correcta.
De esta manera, si hacer ejercicio es algo que apoya tu bienestar, pagar la mensualidad del gimnasio o comprar un aparato para ejercitarte en casa será una inversión, más que un gasto superfluo. Si mejorar tu alimentación es una de tus prioridades, gastar dinero en comida saludable y nutritiva ya no parecerá un lujo. Puedes aplicar esta mentalidad a cualquier área de tu vida.
Si para realizar esos gastos relacionados con tu bienestar es necesario recortar en otras áreas, analiza bien dónde hacerlo. Por ejemplo, si tienes suscripciones a todos los servicios de streaming disponibles, ponte a pensar qué tanto los aprovechas y si tienes el tiempo suficiente para ver los contenidos que todos ellos ofrecen; quizás ahí tengas una gran oportunidad para reducir gastos y usar ese dinero para algo más provechoso o para el ahorro.
Aplica esta misma reflexión a todas aquellas áreas en las que puedas ahorrar. Por ejemplo, en lugar de comer todos los días en la calle, procura preparar tus alimentos en casa –pues además de ser más económico es también más saludable– y deja las saludas a comer para el fin de semana. En lugar de trasladarte todos los días en taxi o servicios como Uber, levántate un poco más temprano y usa el transporte público, camina o ve en bicicleta si la distancia lo permite.
Revisa tus gastos hormiga, como el café de la mañana, la botana de mediodía o el postre después de comer y procura llevar snacks de tu casa, para evitar comprar lo que te encuentres en el camino, sin importar su precio.
Además, antes de salir de compras al supermercado, procura hacer una lista de lo que vas a comprar. Pon en primer lugar aquello que es esencial y aparte las cosas que son más un gusto y que podrían esperar para después, en caso de que ahora no te sea posible adquirirlas. Revisa tu presupuesto y define la cantidad que vas a destinar para esa ida al súper. Compara productos y prefiere aquellos que brinden una mejor relación en cuanto a calidad, cantidad y precio.
Muchas veces, las personas terminan endeudadas simplemente por seguir tendencias o por pretender dar una imagen de algo que en realidad no son. Antes de salir corriendo por el nuevo iPhone o por un nuevo guardarropa que vaya acorde con la próxima tendencia de moda, piensa si de verdad lo necesitas, o si el celular o la ropa y los zapatos que tienes todavía está en buenas condiciones para seguir usándolos.
Y si ya necesitas un cambio de ropa, teléfono o cualquier otra cosa, puedes buscar opciones que vayan acordes con tus ingresos, para que no te generen una deuda que, a la larga, te traerá más complicaciones que beneficios. Si comprar ropa o productos de tal marca o en tal tienda se sale de tu presupuesto, busca opciones más accesibles con las que te sientas cómodo y no generen un desequilibrio en tu economía. Aplica esta visión con todos los gastos que realizas día con día.
En tiempos de estrés financiero, es difícil no desanimarse. En una sociedad en la que se equipara el valor monetario con el valor social y personal, esto puede ser una lucha. Por eso, separar tu valor propio de la cantidad de dígitos en tu cuenta bancaria te hará más feliz a largo plazo. No sólo eso, sino que te puede ayudar a tener una idea más clara de dónde deberías gastar tu dinero.
En un estudio de 2017, publicado en el Personality and Social Psychology Bulletin, cientos de participantes de diferentes orígenes escribieron sobre sus factores de estrés financiero. Al final, quienes relacionaron las finanzas con la autoestima y el valor personal escribieron de una manera que insinuaba consecuencias psicológicas negativas, como "sentir menos autonomía y control sobre la propia vida, y experimentar más problemas financieros, estrés y ansiedad".
Al establecer un límite entre tú y tu dinero, tienes más control sobre él, y eso es algo básico cuando se trata de hacer presupuestos y alinear tus gastos a ellos, pues al final consiste en tener el control de tus finanzas.