Decir la verdad, rechazar algo o aceptarlo con total apertura y también saber cuando es mejor callar son algunas de las cualidades asociadas con el quinto chakra. Su nombre sánscrito es Vishuddha y está ubicado en la base de la garganta. Aunque no podemos tocar ninguno de los puntos que forman parte de nuestra anatomía energética, sí podemos activarlos.
Lo primero es saber con qué trabajamos. El chakra de la garganta es color azul celeste, se le representa como una flor de 16 pétalos y su sentido es el sonido. Tiene lógica que la capacidad de escuchar esté relacionada con la de expresar, ¿no crees? Su elemento es el éter, el más sutil, que para entender mejor podemos imaginar como el espacio que contiene todos los demás: es el cruce entre el mundo físico y el espiritual.
Todos los chakras tienen un mantra raíz, su sonido esencial que al ser repetido nos permite entrar en contacto con ellos; para Vishuddha es “Ham”, que se pronuncia “jam”. Ahora, no se trata de simplemente empezar a repetir ese mantra. Como todo ejercicio espiritual, éste también demanda hacer conciencia sobre por qué lo harás y qué buscas, reconociendo quién eres.
Pregúntate y reflexiona sobre cómo te expresas: ¿hablas mucho o poco?, ¿te quedas con ganas de decir las cosas o te arrepientes por hablar de más? La idea es activar para balancear, por eso es importante que empieces tu práctica energética con esa revisión; una vez que tengas claro si para equilibrar necesitas contener o liberar la energía de Vishuddha empieza tu meditación; piensa en tu intención mientras repites mentalmente el bija mantra “Ham” y poco a poco empieza a pronunciarlo.
Prueba la siguiente idea. Si decidiste que necesitas aprender a expresarte con mayor cautela, controla el volumen de las repeticiones, haz que tu voz sea sutil y delicada y tómate tu tiempo entre las repeticiones. Si, por el contrario, lo que buscas es darle voz a tu interior para que llegue al exterior, imprímele intensidad al mantra, vence la pena y dilo con fuerza; puedes echar tu cabeza hacia atrás para estirar el cuello y darle apertura a esa zona.
El verdadero desafío llega cuando llevas estos ejercicios al terreno cotidiano: haz conciencia sobre tus palabras, lo que dices y cómo lo dices. Cuida que tu voz no dañe o lastime a nadie (ni a ti, para empezar)… guardar lo que necesitamos expresar nos afecta no sólo a nivel emocional sino también físico.
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