El psicólogo William James escribió que aquello a lo que atendemos en este momento, eso es la realidad. La realidad surge en relación a aquello a lo que le ponemos atención; aquello que no absorbemos con el campo de nuestra conciencia, es como si no existiera. En la atención, entonces, existe un gran poder.
El budismo puede considerarse una religión de la mente y particularmente de la atención, de un estado de serena vigilancia, de recolección constante de las enseñanzas, tanto del aspecto moral como del aspecto puramente práctico (como puede ser observar la respiración y observar los pensamientos). Se dice en el budismo tibetano vajrayana que uno se convierte en aquello en lo que medita. Una atención sostenida a la virtud nos hará virtuosos. Y en las prácticas más elevadas del vajrayana, el practicante contempla a una deidad de luz hasta alcanzar a convertirse en esa deidad (que no es más que su propia conciencia iluminada). "La ignorancia es no reconocer que la luz que ves es el despliegue de tu propio ser", escribió Padmasambhava.
El término meditación comprende un campo semántico muy vasto --sobre todo porque nuestra palabra meditación incluye a numerosas palabras distintas que son utilizadas en sánscrito, en pali, en tibetano y demás para hacer referencia a diferentes prácticas o aspectos de la práctica. Un entendimiento vulgar en Occidente supone que meditar es simplemente sentarse a relajar, a no hacer nada (como si no hacer nada fuera tan fácil; de hecho, podemos decir que la meditación es todo lo que hay que hacer antes para lograr poder estar sin hacer nada, en la vacuidad, en el perfecto samadhi). Por ello queremos utilizar aquí el término contemplación, más cercano a nuestra tradición espiritual. El maestro budista Alan Wallace escribe: "El término latino contemplatio, del que se deriva 'contemplación', corresponde a la palabra griega theoria. Ambas refieren a una devoción total hacia revelar, clarificar y hacer manifiesta la naturaleza de la realidad. Su enfoque no es nada menos que la búsqueda de la verdad". En inglés se utiliza la palabra "realization" para designar el estado de iluminación, que es igual a entrar en consonancia con y a un perfecto entendimiento de la realidad: realizarse, hacerse real (lo real es lo que está más allá del tiempo o condición). Para el budismo vajrayana lo que se contempla fundamentalmente es la propia naturaleza búdica, que existe paradójicamente de manera relacional, no absoluta, como una ausencia de existencia inherente y como coemergencia con todo el universo. Se toma de alguna forma el resultado del sendero espiritual (la budeidad) como la base, como un hecho ya existente, y se contempla esto hasta que el contemplador tiene la realización de este estado (para hacer esto se emplean complicadas técnicas de meditación, visualización, yoga y demás, pero todas basadas en este prinicipio).
Esto va más allá de la popular frase new age de "creer es crear". La atención no es una creencia, es la focalización de la energía de la mente. Las cosas no ocurren así nada más por el acto de creer en ellas, sino que son el resultado de los hábitos, ya sean positivos o negativos, la atención es la forma de construir hábitos en su unidad básica (o deconstruir aquellos de los cuales nos queremos deshacer).
En el budismo no se considera que exista una entidad fija independiente (un yo o atman); no hay alguien que tiene ciertos hábitos, sino que lo que uno es, es sólo una serie de hábitos, un momentum vectorial, un karma que, cuando la mente se aferra a la solidez y percibe el mundo dualísticamente como dividido entre un sujeto y objetos, cobra la aparente realidad de un individuo permanente que tiene estos o estos otros hábitos y existe entonces separado del mundo de objetos. Aristóteles había dicho que los hábitos son una segunda naturaleza; para el budismo son la única naturaleza (pero es una naturaleza que no tiene esencia inherente). Los hábitos justamente se forman como cúmulos de nuestra atención, percepción a percepción. Así podemos decir que sólo somos aquello a lo que le ponemos atención. Si bien los hábitos pueden ser muy difíciles de modificar, como puede atestiguar un adicto, nadie negaría que el ser humano es capaz de modificar sus hábitos. Y si es capaz de hacerlo, entonces es capaz de modificar la realidad. El maestro Thinley Norbu dijo: "transforma hábitos negativos en hábitos positivos para ir más allá de todo hábito". La ausencia de hábitos es el estado incondicionado, ilimitado, el nirvana, la budeidad.
La ventaja de no asumirnos como una entidad fija y constreñida por una ontología definida y cerrada, por un alma o un cuerpo absoluto, es que a través del hábito de la atención dirigida podemos transformarnos completamente. Sólo quello que no es nada puede ser todo.