Nuestras vidas son como ríos que fluyen para reencontrarse y fundirnos en el vasto océano de la conciencia. Hace unas semanas decidimos zarpar en pos de nuevos y armónicos derroteros. Nos preparamos con cuatro pistas y una quintaesencia que al tenerlas presentes durante nuestro día a día nos abren las puertas para percibir ese estado de Gracia llamado felicidad sublime. Al comprender que en nuestra esencia individual pervive una chispa divina, concluimos que dicho estado de felicidad es nuestro derecho de nacimiento, que para hacerlo valer bastan nuestra intención y atención conscientes y que fructifica cuando adoptamos una actitud de gratitud y de dar sin esperar nada a cambio. Pero éste es apenas el principio...
El Siri Singh Sahib Yogi Bhajan, maestro responsable de que se conociera la técnica del kundalini yoga en Occidente, en su afán por lograr que el humano gozara de un estilo de vida sano, feliz y sagrado, desarrolló la humanología o “psicología yóguica de la excelencia humana”. Desde esta perspectiva, existen siete pasos para la felicidad, que se van hilando uno a uno y que revisaremos durante las siguientes semanas junto con algunas meditaciones y prácticas que te invito a experimentar. El primer paso que veremos hoy es:
Compromiso
En cada momento de nuestra vida tenemos la oportunidad de comprometernos… o no. Yogi Bhajan desmenuza la palabra en inglés commit-meant para mostrar que el compromiso es lo que nos define como humanos; compromiso con la Creación, con nuestra vida, nuestras acciones y decisiones. Nuestra existencia encuentra significado cuando nos comprometemos, cuando decimos “sí, creo”, “sí, yo puedo”, “sí, acepto”.
Para algunos maestros espirituales, el compromiso de compromisos, “el yoga de yogas” es simbolizado por la unión –el yoga– entre las polaridades femenina –el alma– y masculina –el Creador– que funde dos cuerpos en una sola alma –la Superalma–. Este tipo de compromiso puede aplicarse a cualquier aspecto de nuestra vida cotidiana y nos dirige hacia lo más sublime de nosotros: dar, servir y elevarnos mutuamente.
Pero resulta que la mente humana, automática, rápida y propensa al confort, puede hacer uso de un supuesto “libre albedrío”, y a la primera de cambios decir “ya no me gustó” y adiós. Falta de compromiso para no probar otras vías de solucionar y mantener nuestra palabra o, como en la mayoría de los casos, falta de visión e intuición para entender lo que realmente significa comprometerse justo antes de hacerlo, tener la certeza de saber lo que se quiere y saber distinguir entre decisión consciente, el “calor del momento”, una reacción emocional o simplemente inercia social, cultural y/o familiar.
Esa falta de compromiso genera karma y en los tiempos perfectos del universo, tales acciones inconscientes tendrán sus consecuencias. Porque sin compromiso o cuando se actúa por falso compromiso, “para quedar bien” o librarse del “qué dirán”, las cosas –y las tan cotidianas promesas– se rompen, se genera desconfianza, inseguridad, incertidumbre, mentira, frustración; en suma, infelicidad que afecta a terceros, pero sobre todo, al único responsable de la acción.
Comprometerse es vivir en la verdad, ser digno de confianza y perpetuarse a través de actos virtuosos que dejen marca indeleble en los registros del infinito. Porque si entendemos que cada uno de nosotros estamos hechos “a imagen y semejanza” del Creador, podemos asumir la responsabilidad de ser y actuar en nombre de la Creación con gracia, excelencia y divinidad.
Entonces podremos decir “sí” cuando sabemos que es lo más adecuado para el destino de nuestra alma y de nuestro entorno, o decir “no” cuando alguna de esas partes está en riesgo, pues para decir “no” también se requiere compromiso con la vida, la luz, la bondad hacia el otro y cada una/o de nosotros.
Al comprometernos de esta manera, escogemos el camino de la rectitud espiritual o dharma, en lugar del karma. Le damos volumen a nuestra vida para vivirla con excelencia y la dotamos de calibre, esa cualidad que nos permite mantener nuestro estado de proyección y de nuestro ser comprometidos con la causa de causas: ser felices.
Meditación
Para ganar la autoridad constante que nos permita mantener nuestro compromiso y ser felices, el maestro Yogi Bhajan nos dio una meditación. Te invito a practicarla durante 3 minutos al día siguiendo estas instrucciones:
1. Busca un momento del día en el que puedas recogerte en un lugar tranquilo y limpio. Trata de que la hora que escojas para meditar sea la misma todos los días, esto le permite a la mente reconocer un nuevo patrón positivo entrando en tu vida.
2. Siéntate en sukhasana o postura fácil (puedes verla aquí), con las piernas cruzadas al frente o, si lo prefieres, en postura de flor de loto.
3. Revisa que tu columna esté recta, con el ombligo metido hacia la espalda, el pecho expandido, la barbilla ligeramente metida al cuello y estira éste como si te jalaran de la coronilla hacia arriba.
4. Junta las palmas de tus manos en mudra de oración, presionando ligeramente la base de los pulgares en el orificio que se hace en el esternón, al centro del pecho. Entónate tres veces con el Adi Mantra: Ong Namo Gurudev Namo: “Yo me postro ante la sabiduría infinita, siempre creativa y que fluye a través de todo y de todos”. Este mantra le recuerda al ego que es el alma quien realizará el trabajo y nos conecta con la cadena dorada de maestras y maestros.
5. En la misma postura, cruza tus pulgares a través de las palmas, de tal manera que la punta de éstos toque la base de los meñiques. Cierra la mano para que los pulgares queden presionados por los demás dedos. A la altura del chakra del corazón (al centro del pecho), pero ligeramente separadas de él, junta las manos en puño desde la base de las palmas y presionando falange con falange.
6. Abre un 10% los ojos y enfoca tu mirada en la nariz.
7. Inhala largo y profundo por la nariz. Exhala largo y profundo por la boca con los labios ligeramente separados. Inhala ahora por la boca. Exhala por la nariz. Continúa este ciclo por 3 minutos.
8. Para terminar, inhala profundo por la nariz. Sostén la respiración. Estira brazos y manos hacia arriba. Exhala. Repite esto dos veces más. Observa los cambios, cómo te sientes, dónde estás, dónde está tu mente.
9. Para cerrar, coloca tus manos al centro del pecho en mudra de oración y canta: “Que el eterno sol te ilumine, el amor te rodee y la luz pura interior guíe tu camino”. Repite el mantra y al final di dos veces más “guíe tu camino”. Cierra con tres Sat Nam largos. Registra la experiencia en tu bitácora.
Si quieres realizar la meditación por más de 3 minutos, ¡adelante! Puedes aumentar gradualmente hasta un máximo de 22 minutos. Junto con esta práctica, permanece atenta/o a cómo te relacionas con el compromiso en tu vida y dónde hay que trabajarlo. Aventúrate y date la oportunidad de comprometerte en algo o con alguien sin miedo, con certeza y responsabilidad; cumple tu palabra, cumple tu destino y transforma tu vida.
Sat Nam.
Foto de portada: Fauxels en Pexels