Al hablar de espiritualidad, ¿qué es lo que primero que llega a tu mente? Probablemente pienses en meditación, budismo, fe, temas relacionados con la religión y el crecimiento personal, entre otros. 

 

Y sí, todo eso está relacionado con la espiritualidad, pero no son las únicas formas de acercarte a ella; de hecho, para ser espiritual basta con abordar de la manera adecuada incluso las actividades más cotidianas y aparentemente mundanas que realizas día con día. 

 

Los siguientes son sólo algunos ejemplos de cómo puedes integrar la espiritualidad en tu cotidianidad. 

 

Espiritualidad en el sexo

Además de ser una conexión física y emocional, el acto sexual es también una conexión espiritual, en la que ambas personas intercambian energía. Para tener una conexión más profunda, es importante que te mantengas presente en ese momento que compartes con tu pareja; para ello puedes integrar la técnica milenaria del mindfulness, que se refiere a la atención plena al momento presente. 

 

Es decir, que tu cuerpo, mente y espíritu se encuentren al mismo tiempo, en el mismo lugar y enfocados en el instante que vives en cada momento. Así serás capaz de disfrutar cada momento del encuentro y dejarte llevar por las sensaciones que recorren tu cuerpo, así como por las emociones que invaden tu ser. 

 

Deja que el aroma de tu pareja te inunde, mírala a los ojos y deleita tu vista con su cuerpo, escucha con atención su voz y los sonidos que emite al reaccionar a tus caricias, saborea el gusto de su piel y siente la textura de cada parte de su cuerpo. Además, ponte en contacto con tus propias sensaciones, déjate llevar por el placer sin inhibiciones, disfruta, siente y deja fluir las emociones que cada sensación provoca.

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Relaciones más espirituales

Las relaciones humanas, en todos sus tipos y niveles, suelen ser complicadas, porque implican la aceptación y comprensión de otros que pueden ser o muy similares o muy diferentes a ti. Pero también en ellas existe un lado espiritual al que debes estar atento.

 

Para crear relaciones más cercanas, sanas y con una conexión espiritual de por medio, puedes variar tus temas de conversación, para que se alejen de lo común y superficial y se acerquen a terrenos más profundos, que te permitan conocer mejor a las personas, en sus ideas y en su sentir. 

 

En lugar de preguntar lo habitual, como edad, ocupación, lugar de trabajo, estado civil y demás, puedes preguntar cosas que realmente te ayuden a conocer al otro, como: ¿Qué te emociona o entusiasma en este momento? ¿Cuándo fue la última vez que lloraste? ¿Cuál es tu mayor sueño? ¿Qué te hace feliz? ¿Qué te hace sonreír? ¿Qué es lo que más te molesta? ¿Y lo que más te gusta?

 

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Espiritualidad en las redes sociales

Las redes sociales pueden parecer medios totalmente mundanos y banales, pero incluso en ellas y en la forma en que las usas puedes aplicar la riqueza de la espiritualidad.

 

Por ejemplo, si te pasa que al revisar tus redes terminas molesto, con la sensación de que odias al mundo o con sentimientos de impotencia, envidia o inferioridad, es seguro que sigues a las personas y cuentas equivocadas.

 

Es cierto que no se puede tapar el sol con un dedo y que no mirar la realidad no hará que ésta cambie; pero aprende a separar la función de cada cosa: deja que los noticieros o las apps de noticias se encarguen de informarte y evita llevar en la pantalla de tus redes sociales las imágenes de todo lo malo que ocurre en el mundo, pues esto sólo te hará sentir mal cada vez que las mires. 

 

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Procura que tus redes sean un espacio agradable, al que puedas recurrir para levantar tus ánimos y compartir lo que más te gusta con personas que también disfrutan de ello. En lugar de publicar acerca de lo que odias, procura compartir lo que más amas y, sobre todo, sé auténtico. 

 

Además, revisa lo que aparece al abrir las redes que usas, deja que tu intuición y tus emociones te guíen y descarta todo aquel contenido que te provoque malestar o conflictos internos. 

 

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Disfruta de la comida como un acto espiritual

Comer es uno de los mayores placeres de la vida. Lamentablemente, el acelerado ritmo de vida actual muchas veces dificulta que las personas disfruten de la comida. A duras penas te comes un refrigerio a las prisas o recurres a la comida rápida que, por otro lado, no es buena ni para tu cuerpo ni para tu espíritu.

 

Para hacer de la comida un acto espiritual, primero debes ser consciente de lo que comes; elige tus alimentos sabiamente, de modo que nutran tu cuerpo y deleiten tu espíritu. Date el tiempo para disfrutar de la comida, desde su aroma hasta sus texturas y sabores. Agradece por tus alimentos, cómelos con calma y saborea cada bocado.

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En el dinero también hay espiritualidad

El dinero es algo en lo que difícilmente se ve algo espiritual, pero a fin de cuentas, también es un intercambio de energía. Así que en lugar de relacionarte con el dinero con sentimientos de culpa o miedo, intenta verlo y usarlo con gratitud, conciencia y generosidad. 

 

Para empezar, la próxima vez que recibas tu pago, tómate un momento para agradecer por ese dinero que recibes, ya que es resultado de tu esfuerzo y lo usarás para cubrir tus necesidades y para todo aquello que implica tu bienestar. Después de agradecer, repite el mantra: "Soy digno de tener una gran cantidad de dinero". Y ten presente que una excelente manera de atraer el flujo de dinero es compartir el que tienes.

 

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Espiritualidad en el trabajo

El trabajo suele ser uno de los entornos que más estrés generan. Además, si en tu espacio laboral hay personas tóxicas, la convivencia diaria con ellas puede drenar tu energía. En estos casos, lo que puedes hacer es mantener tu energía positiva, no caer en el juego de personas tóxicas y limitar la relación con ellas a lo estrictamente laboral.

 

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Por otro lado, el problema no siempre está en el entorno ni en los demás, sino que también puede estar en ti. Pregúntate: ¿Participas en chismes de oficina? ¿Haces comentarios pasivo-agresivos? ¿Evitas socializar, no sales de la oficina y prácticamente no te mueves de tu lugar? Si respondiste que sí a una o todas estas preguntas, puede que haya un problema en ti que necesitas resolver.

 

El primer paso es darte cuenta de que estas cosas suceden, para después tomar pequeños pasos para que el trabajo sea una experiencia más positiva. Procura salir a caminar de vez en cuando, pues permanecer todo el día sentado y encerrado es malo para tu cuerpo, mente y espíritu. Respira y date unos minutos para meditar cuando sientas que pierdes los estribos o que el estrés y las presiones te rebasan.

 

Enfócate en tu trabajo, sé amable con tus compañeros, evita ser parte de chismes y haz todo lo posible por mantener un ambiente cordial. Así el trabajo será más agradable para ti y para todos. 

 

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