“Busca eso que te da miedo y vive ahí”, dice el autor Chuck Palahniuk. El miedo es algo que está en todos los seres humanos, pero tú decides si tomarlo como una excusa para no hacer nada o verlo como algo que te puede impulsar a ser mejor, hacer grandes y maravillosas cosas y, sobre todo, probarte a ti mismo que sí puedes lograrlo.
La doctora Lissa Rankin dice que a las personas se les ha hecho creer que el miedo es para la gente débil; que si lo sientes, deberías esconderlo y ocuparte de ello en soledad. Pero si vives con ese miedo toda tu vida, sin hablar de eso, ¿qué crees que pase? Al final solamente te harás más daño a ti mismo.
Cuando hablas las cosas, ya sea con tu familia, con alguien de confianza o con un terapeuta, le quitas ese poder a tus monstruos sobre ti y ya no se convierten en algo que te hace menos, sino que aprendes a ver las cosas desde otra perspectiva; en lugar de congelarte, esas sombras te dan poder para que las dejes a un lado, las sueltes y seas la mejor versión de ti mismo.
Si sientes que no avanzas, que las cosas no “funcionan” o cualquier otro sentimiento como de estancamiento, es posible que el miedo sea la principal emoción en tu vida.
Eres perfeccionista, necesitas controlar todo. Existe cierto grado de perfeccionismo que sí puede ser sano, cuando quieres hacer las cosas bien y das lo mejor de ti para que eso suceda. Pero cuando se convierte en algo que te genera ansiedad o intolerancia a aceptar que las cosas sean de otra manera, entonces deja de ser una virtud. Esto podría estar relacionado con un miedo a ser rechazado o a no ser lo suficientemente bueno ante los ojos de las demás personas.
Postergas las cosas. Este es uno de los rasgos más comunes de las personas que dejan que el miedo tome las riendas de su vida. Al postergar las cosas importantes para después, te quitas la preocupación de qué será lo que puede pasar si lo haces. Esto a fin de cuentas hará que nunca puedas comenzar con tu vida realmente, porque dejas los asuntos importantes para después con tal de no enfrentar ese miedo y la responsabilidad que conllevan dichos asuntos.
No quieres tomar ningún riesgo. Cuando dejas de tomar riesgos, es claro que tienes miedo a vivir. Es obvio que lo desconocido te va a generar miedo, pero no puedes dejar que te paralice. ¿Qué pasa si te ofrecen un gran trabajo, pero tu miedo te hace pensar que no eres lo suficientemente bueno? Te puedes perder una gran oportunidad de destacarte profesionalmente y aprender cosas nuevas. Al final, solamente tú te pones el pie para crecer.
Tienes que reconocer cuáles son tus fortalezas y debilidades y ver las cosas con más claridad. Siempre pregúntate: ¿qué es lo peor que puede pasar si haces esto o aquello? No te imagines escenarios catastróficos, porque entonces nunca vas a poder mirar hacia adelante.
Te paralizas. Otra de las señales, de acuerdo con la doctora Rankin, es esta. Rankin dice que puede que tu intuición te trate de decir que es hora de cambiar de trabajo, de dejar esas amistades tóxicas o cualquier otra decisión. Pero entonces entras en un estado de parálisis y confusión en donde no sabes qué hacer. La incertidumbre de no saber qué pasará no te deja tomar esa decisión y entonces sigues igual; por miedo, no dejas eso que tanto daño te hace.
Trabajar en tus asuntos personales es uno de los grandes retos; así como nunca terminarás de conocer a alguien, tampoco a ti mismo. Siempre estás en constante cambio, las circunstancias que vives día con día transforman tu forma de pensar y de ver la vida.
Por ello, decidir hacer cambios en tu salud mental puede ser una de las mejores decisiones que tomes en tu vida. A fin de cuentas sólo te lo debes a ti, y como efecto también tendrás un impacto positivo en todo lo que te rodea, tus relaciones, tu trabajo, etcétera.
Hazte consciente de esos miedos. Negar las cosas que te suceden no sirve de nada, porque al final se hacen como una bola de nieve. Entre más las niegues, más poder van a tener sobre ti. Decide reconocer y respetar estos miedos. Trata de encontrar el porqué, y si no lo puedes hacer solo, tal vez es momento de buscar ayuda de un terapeuta o familiar.
Decide ir a terapia o hablarlo con alguien de confianza. Acudir con un psicólogo no tiene nada de malo. Muchas veces se estigmatiza a las personas que lo hacen o se cree que tienen graves problemas. Esto no es cierto; incluso el individuo que menos te imagines necesita ir a una terapia. Por más que quieras hacer las cosas tú solo, en algún punto necesitarás de alguien que te oriente y te sirva de apoyo. Cuando hablas de estas cosas en terapia, pierden poder sobre ti y entonces se convierten en una oportunidad para mejorar y salir adelante.
Medita y elige un mantra. Tal vez no creas en la meditación, pero puedes hacer una oración a Dios, al Universo o al ser o energía que prefieras. Tu mente necesita pasar un tiempo a solas para darse cuenta de qué es lo que la aflige y poder trabajar con ello. Un mantra es una oración o palabra que te puede servir cuando sientes desesperación o miedo.
Puedes hacer la siguiente oración:
Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo aceptar, valor para cambiar las que puedo y sabiduría para saber la diferencia.
Ve la perspectiva completa. Cuando dejas que el miedo se apodere de ti, te cierras en tu pequeño mundo, en sólo UNA perspectiva de las cosas. Esto no te permite ver lo que realmente existe allá afuera. Te imaginas un millón de cosas, pero ¿qué pasaría si la próxima vez que sientes miedo no te imaginas lo peor y simplemente lo haces? Es posible que te lleves una buena sorpresa y si no, de todas formas podrás aprender algo. Lo importante es que siempre veas la perspectiva completa.
Confía en el universo. En gran parte, el miedo viene de la falta de confianza en ti mismo y en el universo, Dios, Krishna, Buda o en quien tú creas. Si no confías en que la vida tiene algo bueno para ti o en que por algo estás en este lugar, no podrás seguir adelante con todo lo que te propongas. Así que antes que nada recuerda lo valioso que eres, recuerda todos los talentos que tienes y también aquellas cosas en las que necesitas trabajar. Recuerda que no todo puede ser siempre positivo, o como decía Jung: necesitas darte cuenta de tus sombras para que pueda salir la luz.
A fin de cuentas, tienes que tomar tú la decisión de dejar el miedo atrás. Por más libros de autoayuda que leas, artículos o videos, nadie va a tener la receta perfecta. Siempre escúchate y date cuenta de las cosas que necesitas. Tal vez ir con un terapeuta o platicarlo con un familiar te puede ayudar, pero ante todo, si estos puntos resonaron contigo, no te lo guardes y decide tomar las riendas tu vida.