Es importante entender la educación no como acumulación de datos teóricos o como hacer ciertas cosas, sino como practicar ciertos valores y tener una búsqueda verdadera hacia uno mismo, a algo todavía más profundo e inexplicable.
Que te importe y compartir fue una de las palabras de nuestro maestro en la India, para poder educar. Que te enseñen a buscar a ese que pregunta de quién ve. Así la enseñanza sería muy distinta.
De nuevo compruebo que ser noble no viene de las grandes riquezas, sino de cómo nos tratamos y tratamos a otros.
Veo los valores más profundos escondidos en la basura para sólo aquellos que realmente la buscan. Curiosamente, muchos creen que está donde brilla y justamente es lo contrario.
Uno cree que si tienes más tiempo o dinero puedes ser más feliz y, sin embargo, conocí a gente con todo el tiempo y dinero, pero sin nadie con quien compartir y no era feliz. Gente que no tiene prácticamente nada y que sonríe como si tuviese todo, porque no es el afuera lo que nos da la alegría, es el sentido que tenemos de la vida, desde dónde nos movemos y con quién lo compartimos. Es una búsqueda más profunda la que hace que tengamos preguntas que nos mueven más y hacen que vayamos más adentro de uno. Es en la zona de confort donde uno deja de buscar y se pierde.
Occidente ha avanzado en muchas cosas: poniendo orden, creyendo que por ello eso es mejor, quitando la naturaleza de las cosas, tanto en la comida, en la misma naturaleza, como en la forma de pensar y movernos. Cada vez nos volvemos más parecidos y perdemos esa individualidad que es lo que nos caracteriza; cada vez pensamos menos y damos poder hacia lo que nos dicen o hacen las grandes masas, o bien, intentamos hacer el mínimo esfuerzo en todo con la gran aparición de la tecnología como si eso fuese bueno. Le damos más poder a cómo nos vestimos y vemos que a lo que sentimos. Aplaudimos la belleza externa creada por el hombre, cuando a veces no somos capaces de valorar la belleza interior y natural de todo. Queremos controlar y cambiar lo que es, en vez de aceptar y fluir alegremente con lo que viene y somos. Le damos más poder al enojo que a nuestra paz interna. Queremos ver más afuera que meditar dentro de uno. Solemos tener una crítica externa sin mirar lo que hacemos nosotros y olvidamos esa esencia que llegó cuando nacimos y se fue borrando conforme el tiempo, pero que si uno busca sigue estando ahí.
Le damos más poder al hacer que al encontrarse. Nos volvemos unos profesionales en mentir y mentirnos a nosotros mismos sobre lo que realmente queremos en vez de lo que supuestamente debemos. Creemos más en libros o en los medios que en nuestra propia intuición. Y nos sentimos vacíos sin saber qué falta y qué hacer. Nos llenamos con comida o de consumismo que no necesitamos y eso sólo hace que el vacío crezca y nos desconectemos más de todo, de la fuente que nos conecta, de la naturaleza que sigue siendo una parte nuestra y la vemos separada. Vemos fronteras, separaciones donde no las hay. Y vamos creyendo que estamos más avanzados por la tecnología a la que hemos llegado, cuando ya uno no se mira como antes a los ojos, cuando la usamos no siempre para unirnos sino para separarnos en el aquí y ahora, cuando es más importante un like que el mirarte a los ojos, valorarte por quien eres y decir "gracias", "te amo", "perdón" o "me gustas".
Así es, el mundo está de cabeza y de cabeza se ven las cosas al revés. Lo que parece real es una burla que cada vez nos importa menos y la aceptamos más, como si no tuviésemos opción, y uno comienza a creerse muchas mentiras.
Nos aventamos a eso que más nos hace daño y nos separamos cada vez más del amor verdadero, de lo que sí nos llena.
Sin embargo, todos tenemos la capacidad de vivir, sentir y ver distinto, más claro, más natural, y está dentro de uno esa chispa interna divina que está esperando que la vean, la sientan, la agranden y la muestren sin miedo. Todos tenemos las respuestas dentro. Todos somos almas con un espíritu mucho más conectado a esa conciencia que puede ver más allá de lo que inclusive podemos imaginarnos, en un cuerpo prestado con potenciales extraordinarios pero que al final eso no es lo importante. Es el crecimiento de esa alma, esa conexión consciente con esa parte divina que somos nosotros y entender al vehículo llamado cuerpo sólo como ese vehículo que en cuanto mejor estado esté, podemos llegar a dimensiones más altas. Tenemos el potencial de quitarle poder a nuestros pensamientos y sentimientos para dárselo a esa esencia que todos tenemos y hemos tenido. Todos tienen la posibilidad de comenzar con un deseo, con la voluntad de encontrar algo más verdadero para dar el primer paso. Sólo con pedirlo desde el corazón todo se empieza a mover. Sólo con empezar a escuchar nuestro corazón, sonrisas más sinceras comienzan a llegar más y más. Sólo con soltar todo eso que creemos que sabemos y somos llega la verdadera libertad.
Suena fácil y puede serlo si no ves la división en esta ilusión de la dualidad. También puede ser tan complicado como lo queramos. Sin embargo, ya hay muchos que están experimentando nuevos cambios en distintos caminos y formas para llegar a ese gran mar que lo es todo. Donde no hay separación de nada pero sí compasión para llegar a experimentarlo todo. También debe haber respeto para los que no quieran o no estén listos, pero eso no significa que no te importe y que no dejes de compartir e intentar ser tu máxima expresión de tu ser. Eso no significa que no dejes de brillar, pero tampoco que te sientas más por ello.
Significa que estás tocando esa partecita que somos y que entiendes que también eres el otro. Significa que puedes entender más esta ilusión y disfrutarla más sin tanto cocowash y sin darle tanto poder a lo externo, al yo, a lo que hago, a mi ego, mi mente o mi cuerpo, sino a esa lucecita divina que no se puede explicar pero que tenemos la certeza de que cuando nos conectamos a ella todo fluye mejor, me siento más completa y empiezo a encintarle un nuevo sentido a mi vida. Me doy cuenta de que todos tenemos las herramientas y las posibilidades para contactarla y que todos tenemos también la libertad de no hacerlo.
Hoy pareciese que es más claro hacia dónde va cada uno. Es más claro que todos estamos tomando caminos nuevos. Que todo es perfecto y que la vida es perfecta. Que cuando existe un caos es porque algo se va a acomodar.
Son en estos momentos donde no sólo se necesita de más fe y esperanza, sino de salir de ese caparazón de lo que no somos para ser lo que sí.
Es momento de observar más nuestras elecciones y hacerlo desde otro lado más verdadero.
Es momento de confrontarnos a nosotros mismos y tirar todo aquello que ya no nos sirve más y agarrar todo aquello que nos pertenece.
Es momento de valorar la verdadera riqueza que no está en lo material, sino en el corazón.
Es momento de vernos a los ojos, reír a carcajadas y llorar cuando lo sintamos.
Es momento de ser, de existir, de dejar de taparnos los ojos por comodidad.
Es momento de movernos a pesar de que sea más cómodo quedarse en lo conocido.
Es momento de perdonarnos y perdonar confiando en nosotros mismos. En que sí podemos lograr lo que nos propongamos y proponernos cosas más verdaderas y con mayor significado interno.
Es momento de una escucha más real contigo, una relación más verdadera, alegre y sincera con los otros, más amorosa con los que quieres y hacer lo que realmente tu corazón se alegre.
Es momento de ponerte metas que te llenen más que un puesto de trabajo, dinero, coche, ropa; metas que realmente den sentido a la vida.
Es momento de ser honestos con uno y con otros.
Es momento de dejar de ser para Ser, de sobrevivir para Vivir y de estar para Amar.
Todo se puede, ¡tú puedes!
Namaste.