La visión predominante de la divinidad en el mundo occidental es la de una divinidad masculina. Sin embargo oriente nos ofrece otro punto de vista. Por ejemplo, los brahmines de Cachemira creen que el poder creador, la esencia misma de la consciencia, es Diosa, es decir, femenina. En el corazón de las enseñanzas tántricas los placeres mundanos y la liberación no son mutuamente excluyentes; ambos están permitidos y tienen su función. Las prácticas de ésta tradición permiten a sus devotos experimentar diferentes aspectos de la fuerza femenina. Sus experiencias extáticas reúnen belleza, integración y totalidad.
El camino de la Diosa, está íntimamente ligado al deseo de sentir gozo en este plano de la realidad que desde el punto de vista tántrico es conciencia y éxtasis. Los cuales son otorgados por la Diosa (Devi Parvati), que irradia dicha en todos sus aspectos. En palabras de la estudiosa del tema Sally Kempton “La fuerza que guía a la evolución es el deseo de sentirse bien”.
Los brahmines de Cachemira identifican 10 aspectos de Devi Parvati, 10 mahavidya, diosas o sabidurías que simbolizan las diferentes formas en las que se expresa la energía de la Diosa, las cuales podemos observar reflejadas en el mundo físico y mental. A través de las prácticas asociadas a estas deidades los devotos experimentan distintos aspectos del amor, la fuerza primaria de la creación. Entre más se entrega el creyente a la Diosa, más se acerca a sus cualidades, que eventualmente surgirán en él.
Las 10 mahavidya abarcan un crisol de expresiones que incluyen aspectos fieros como Kali, la diosa del Tiempo, el Cambio y el ciclo de la Creación, Preservación y Destrucción. Kali puede ser observada en la fuerza de fenómenos naturales como tornados, huracanes o terremotos. Con frecuencia esta diosa es representada de pie sobre su consorte Shiva y sosteniendo con sus múltiples brazos un tridente, una espada, una cabeza humana y un tazón. Su fiera apariencia podría resultar atemorizante sin embargo, el significado detrás de los símbolos nos muestra la profundidad de las enseñanzas tántricas. Por ejemplo, la espada simboliza el conocimiento divino que libera al practicante del ego, simbolizado por la cabeza humana.
Sin embargo, no todos los aspectos de la Diosa son fieros, un ejemplo de esto es Shodashi, también conocida como Lalitha, es decir “la que juega”. Razón por la cual se le asocia con la Ilusión (Maya) ya que ella juega con los devotos como una madre juega con sus hijos. Esta deidad representa al erotismo, ya que se le considera la encarnación de los 16 tipos de deseo. Shodashi es una bella diosa poseedora de una larga cabellera negra, finamente vestida y enjoyada con brazaletes y collares.
Pese a la multiplicidad de deidades el tantra se basa unión de los principios masculino (Shiva) y femenino (Shakti). Lo cual desde el punto de vista de esta tradición es el equivalente a unficar nuestros dos hemisferios cerebrales, izquierdo (masculino) y derecho (femenino). Es importante mencionar que el tantra lleva a un orgasmo o éxtasis dentro del individuo, no entre dos personas. Ya que este es un malentendido común. Finalmente la trascendencia está más allá del pensamiento dual que nos divide en perfectos opuestos.
Cuando nos introducimos en la cosmovisión de otra cultura es fundamental abrirnos a nuevos puntos de vista, ya que la apertura es la que nos permite enriquecer nuestra visión. Los caminos para la exploración de la consciencia son múltiples pero todos ellos tienen como objetivo trascender a través del amor. Es cierto que en nuestro mundo prevalecen los valores masculinos, pero todos podemos beneficiarnos de la nobleza de la energía femenina que aporta belleza, fuerza, integración y totalidad.