Si has intentado meditar y después del primer minuto te diste por vencido, es comprensible. Tu mente es capaz de enfocarse y dar vueltas, pero si le pides que esté quieta mientras te sientas en silencio por más de 1 minuto, enseguida pone resistencia.
La realidad es que practicar la meditación sólo necesita de eso, práctica. Hacerlo de forma regular ayuda a estabilizar la presión sanguínea y hace más lentos los efectos del proceso de envejecimiento en el cerebro. También es útil para reducir el estrés, la ansiedad y las emociones negativas. Así que alcanzar un estado de atención consciente (mindfulness) no es tanto un destino como una aproximación.
Suena muy bien, ¿verdad? Pero, ¿si sentarte en quietud absoluta tuviera el efecto opuesto y te hiciera sentir ansioso, distraído o aburrido? Hay formas de hacer la meditación más fácil, como tutoriales, apps y meditaciones guiadas, por ejemplo. Si buscas un aliado que no necesite inscripción o uso de tecnología, los aceites esenciales son una manera muy efectiva para ayudarte a calmar la mente y volver a canalizar tu energía hacia una experiencia de meditación en otro nivel.
Los aceites esenciales son extractos aromáticos que vienen de flores, frutas o plantas. Tienen propiedades terapéuticas que se activan con tan sólo olerlos, ya que hacen una conexión directa con la parte emocional del cerebro. Una sola gota en tu piel o difundida en el aire es suficiente para promover tranquilidad, mejorar el humor y soltar las tensiones. En definitiva, son una gran adición a cualquier ritual de bienestar.
Hay algunos que funcionan especialmente bien a la hora de meditar:
Para utilizar esta herramienta no requieres un difusor, basta con que pongas un par de gotas en tus manos y frotes tus palmas, para después acercarlas a tu nariz. Asimismo, untar un poco del aceite en la nuca puede hacerte sentir los efectos.