Desde la antigüedad, las civilizaciones han tenido claro que el ser humano no sólo es un cuerpo físico, sino que está conformado también por la mente y el componente espiritual y energético.
Así, en culturas como la hindú y la mesoamericana se habla de una serie de puntos o centros energéticos del cuerpo, que se encuentran a lo largo de la columna vertebral y que corresponden a diferentes necesidades y emociones, que van desde la supervivencia básica hasta la conexión con el espíritu y el universo.
Los hindúes les llamaron chakras, o "ruedas"; mientras que las culturas prehispánicas de Anáhuac los conocieron como kuekueyos, "espirales luminosas" y cada uno de ellos se encuentra en puntos del cuerpo donde existen multitudes de terminaciones nerviosas, que forman una especie de corona.
Los chakras se definen como los centros de energía del cuerpo. Están ubicados en el cuerpo astral, a lo largo de la columna vertebral, comenzando en la base de la columna, en el coxis, y subiendo hacia la coronilla de la cabeza.
Los chakras coinciden con las principales glándulas en el cuerpo físico y se relacionan con aspectos espirituales, emocionales, psicológicos y físicos específicos, por lo cual, se dice que el bloqueo o mal funcionamiento de los chakras puede conducir a trastornos físicos, psicológicos y emocionales, mientras que su equilibrio y activación conducen al bienestar y la buena salud.
Los principales chakras del cuerpo humano son siete y son los siguientes:
- Muladhara (chakra raíz): “Yo soy”. Es el centro de energía raíz y se encuentra ubicado en la base de la columna. Simboliza la conexión entre el espíritu y la materia, significa seguridad, supervivencia, anclaje y la energía de la Tierra que te nutre.
- Svadhisthana ( chakra sacro): “Yo siento”. Se enfoca en la creatividad y la sensibilidad, se ubica a dos dedos por debajo del ombligo y representa la capacidad de aceptar a otros y las nuevas experiencias.
- Manipura (chakra plexo solar): “Yo hago”. Es el centro energético de la voluntad y consiste en la habilidad de tomar decisiones y tomar el control de tu vida.
- Anahata (chakra del corazón): “Yo amo”. Se ubica en el centro del pecho y representa tu capacidad de amar. Se asocia a las relaciones, la integración, la compasión y la alegría.
- Vishuddha (chakra garganta): “Yo hablo”. Se ubica en la garganta y se conecta con la habilidad de la comunicación, las formas de expresarte y los sentimientos sobre la verdad. Simboliza la expresión propia y verdadera, la comunicación, las formas perfectas y los patrones.
- Ajna (chakra del tercer ojo): “Yo veo”. Es el centro de energía de la intuición, localizado en el entrecejo. Tiene que ver con la capacidad de ver con claridad y objetividad, evoca la intuición, la percepción extrasensorial y la sabiduría interior.
- Sahasrara (chakra coronilla): “Yo comprendo”. Está en la parte más alta de la cabeza, simboliza la conexión espiritual más pura y ayuda a conectar con el poder superior. Representa lo universal, la conciencia y el todo.
Según los sabios toltecas, el ser humano tiene un campo magnético que se extiende desde el interior hasta la distancia de un brazo fuera del cuerpo físico. Cuando dicho campo se deteriora, la vitalidad se disipa e incluso se cae en el riesgo de morir. Por eso, es de gran importancia mantener la energía limpia.
Dentro de ese campo magnético hay una serie de órganos llamados kuekueyos, espirales luminosas, que funcionan como transformadores de la energía, almacenando las experiencias y modificando la percepción. Algunos de esos centros se activan de manera natural conforme las personas crecen, pero otros requieren de un trabajo intencional.
Los kuekueyos regulan el funcionamiento del cuerpo y modelan tanto la percepción como el contenido de la mente. Entonces, la base de una buena salud física y mental está en mantener esos centros activos y nutridos, para lo cual es necesario concentrase en ellos y dedicarles algunos ejercicios de respiración consciente.
Los centros principales son siete y se orientan a lo largo de la columna vertebral:
- Kolotl (escorpión): “Yo tengo”. Se encuentra en la base de la columna vertebral y se relaciona con la capacidad reproductiva. Es la sede de los instintos sexuales, reproductivos y de supervivencia. Se activa al nacer y alcanza su pleno funcionamiento en la adolescencia.
- I'witl (plumón): “Yo deseo”. Se ubica en el vientre y se relaciona con la capacidad de socialización. Es la sede de los sentimientos filiales y patrios, así como de los impulsos de socialización y comunicación. Se activa en forma natural antes de la adultez.
- Pantli (bandera): “Yo puedo”. Se encuentra en el ombligo y se refiere a la capacidad de autoconciencia. Es la sede del ego y los impulsos de representación, competitividad y dominio. Se activa asumiendo los retos y enfrentando las dificultades.
- Shochitl (flor): “Yo amo”. Está en el corazón y es la conciencia del nahual. Es la sede de las emociones, la sensibilidad artística y los impulsos altruistas. Se activa enriqueciendo y ennobleciendo las experiencias.
- Topilli (bastón de mando): “Yo comunico”. Se ubica en la garganta y se relaciona con la toma de decisiones. Es la sede de la voluntad. Se activa tomando decisiones y afrontando las consecuencias.
- Chalchiwitl (piedra preciosa): “Yo comprendo”. Está ubicado en el entrecejo y es a lo que llaman "Ver". Es la sede de la intuición; su funcionamiento mínimo es la razón. Se activa mediante estudio, meditación, ensueño y recapitulación.
- Tekpatl (cuchillo): “Yo soy”. Se encuentra en la coronilla de la cabeza y produce el inflexible anhelo de la libertad total. Este centro sintetiza la actividad de los demás, conectando la energía individual con la cósmica. En él radica el impulso de trascendencia que nos caracteriza como humanos. Se activa a medida que los demás centros lo hacen.
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