Energéticamente, hay pocos momentos tan intensos como el equinoccio de primavera, porque marca la renovación del macrocosmos: todo se alinea para que la vida renazca tras el duro invierno. El universo te dice que es tiempo de florecer. Y basta sentir el cambio de temperatura para salir a vivir y disfrutar.
Este año, la fecha es doblemente especial porque sucederá con una coincidencia que no volverá a iluminar el cielo hasta el año 2038: habrá superluna en la noche del 20 de marzo. Sí, en el día más luminoso del año, la Luna brillará en su máximo esplendor.
Pero, ¿qué representa esa casualidad? En la filosofía yogui, como en muchas religiones antiguas, el Sol y la Luna simbolizan la dualidad cósmica que tiene resonancia con tu energía interior.
El Sol representa las cualidades asociadas con lo masculino, como la racionalidad, la ubicación espacial y la exactitud, mientras que la Luna está relacionada con virtudes femeninas, como la intuición, tu lado emocional y la fluidez. El juego entre ambas energías te define.
Es importante que sepas que no necesariamente tu lado energético dominante corresponde con tu género. Es decir, no porque seas mujer tienes predominio de la energía femenina sobre tus acciones y pensamientos. Lo mismo si eres hombre.
Si en la noche del equinoccio, una fecha para honrar la energía solar, la Luna brillará 13% más que en cualquier otra oscuridad, lo que tienes ante ti es una ventana energética para equilibrar tu dualidad.
Para eso puedes realizar un sencillo ritual de introspección. Está dividido en tres etapas: una pregunta intuitiva, una prueba física y una meditación. Conócelas a detalle a continuación.
Primera. Simplemente pregúntate qué energía crees que sea más fuerte en ti. Por ejemplo, ¿qué influye más en tus decisiones: lo racional o lo intuitivo? Trata de encontrar la respuesta a través de situaciones reales y que tengas muy presentes. Puede ser la forma en la que resuelves conflictos laborales o de dónde salen con mayor frecuencia tus dudas emocionales. Anota preguntas y respuestas en una libreta para poder consultarlas después.
Segunda. Ponte de pie para hacer una asana de equilibrio llamada Vriksasana o postura del árbol. Flexiona la rodilla derecha de forma que ese pie quede en punta sobre el piso, rota para que la rodilla quede abierta hacia la derecha y desde ahí trata de apoyar ese pie sobre la pierna izquierda -a cualquier altura, excepto sobre la rodilla- que está firme sobre el piso. Repite las instrucciones, pero cambia de pie. Observa sobre cuál puedes mantener mayor balance; es probable que esto revele tu energía dominante: tu lado derecho es la energía masculina y el izquierdo la femenina.
Tercera. Siéntate en una postura cómoda, cierra los ojos y respira por la nariz durante varios ciclos hasta que te percibas en calma. Revisa mentalmente si las respuestas a tus preguntas de la etapa 1 coinciden con las señales de tu cuerpo físico en la 2. Y consulta con tu voz interior qué mejoraría en tu vida cotidiana si lograras un mayor balance entre lo racional y lo emocional; si te inclinaras menos hacia lo masculino o lo femenino. Siembra esas visiones como decretos que florecerán en esta nueva temporada.
Cierra tu práctica con gratitud, con la claridad de que la dualidad es necesaria pero el balance es la meta.
NAMASTE.