Nadie está exento por completo de la posibilidad de vivir hechos que pueden resultar dolorosos e incluso traumáticos, pero la buena noticia es que los seres humanos tenemos el don de la resiliencia, es decir, la capacidad de seguir adelante ante las situaciones adversas, con la integración de nuevos aprendizajes después del posible sufrimiento.
Y aunque la resiliencia es parte de nuestra naturaleza, de manera muy similar a los adultos, los niños requieren de apoyo para realmente comprender y superar los eventos complicados que la vida suele brindar. Por eso, compartimos esta sencilla actividad para cultivar la resiliencia en niños.
El ejercicio es muy sencillo. Se trata de comenzar a crear una historia en la cual esté incluida un tipo de pérdida. Puede ser una muerte, una pérdida material, un cambio de país, de casa, etc., dependiendo de la edad y el contexto particular del niño con el que se trabaja. Un ejemplo es el siguiente:
María es una niña muy querida por sus amistades, todos la buscan para salir a jugar y para pasar el tiempo, pero un día sus papás le avisan que deberán vivir en otro estado, María se siente [...] y su familia se siente [...].
La idea es que los niños complementen la historia de la manera en que ellos prefieran.
Después de escuchar las historias y probar con distintos ejercicios de pérdidas posibles, el adulto debe concluir con una reflexión sobre la naturalidad de las pérdidas en la vida. Aceptar que perderemos a seres queridos, objetos materiales, mascotas, parejas, etc., y que aunque la pérdida produce dolor en un primer momento, con el tiempo el duelo trae cambios que se convierten en sanación y aprendizaje conforme el tiempo pasa. Además, hay que recordarles que cada duelo requiere diferente tiempo en cada persona y que no todos vivimos de igual manera los acontecimientos de nuestra vida.
Si el niño en cuestión debe asistir a la escuela o volver a casa –según sea el caso– después de esta actividad, se recomienda informar a quien corresponda de lo sucedido para que pueda dar continuidad al trabajo y colabore en fomentar la empatía y el ambiente de participación para el niño.
También se recomienda llevar registro escrito o grabado del niño, para poder identificar si su resiliencia ha progresado y de qué manera.
Con información de la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes