A la luna llena de junio se le llama luna de fresa, porque es la luna llena que ocurre más cerca del equinoccio de verano y, para las tribus nativas norteamericanas, su presencia en el cielo indicaba el inicio de la temporada para cosechar fresas silvestres.
En el pasado, otras culturas bautizaron a esta luna con otros nombres, por ejemplo, en Europa la llamaban luna de miel, luna de aguamiel o luna llena rosa, mientras que en el hemisferio sur se le conocía como luna de roble, luna fría o luna de noches largas.
En el ámbito energético, esta luna propicia un sentimiento más optimista, también puede darte un aire rebelde o animarte a celebrar y hacer lo que te da más alegría. Por otro lado, también puede sentirse una energía más soñadora, sensible, imaginativa y creativa.
En términos astrológicos y energéticos, la luna llena no es un momento para actuar o tomar decisiones importantes –para eso son las lunas nuevas–; la luna llena es más bien, una oportunidad para hacer una pausa, descansar, observar tu alrededor y reflexionar sobre el camino que has recorrido hasta ahora y el punto hacia el que quieres dirigirte.
Por la energía que llega con esta luna de fresa, es un buen momento para reflexionar específicamente sobre los momentos en que el optimismo, la esperanza y la imaginación han funcionado en tu vida, así como pensar de qué manera puedes llevar esas actitudes a otras áreas o prácticas de tu vida, para mejorarlas.
Los siguientes puntos te ayudarán a conectar con la energía de la luna llena de fresa:
- Diseña tus sueños. Reflexiona acerca de si esas metas que has establecido y la forma en que se manifiestan te brinda alegría o si, por el contrario, es momento de hacer un cambio de rumbo. Haz una pausa para ver dónde estás, hacia dónde quieres ir realmente y así enfocar tu camino y tus esfuerzos hacia allá.
- Dale su importancia al tiempo. Es hora de pensar si eso a lo que dedicas tu tiempo te acerca o te aleja de tus objetivos. Y también, aprende a respetar los horarios y tiempos para cada cosa: trabajo, vida personal, relaciones, pasatiempos, diversión, descanso, etcétera.
- Atiende los problemas de raíz, no sólo los síntomas. Si algo anda mal en algún aspecto de tu vida, trata de ir más allá de la superficie para ver de dónde surge y solucionarlo; no te quede, por ejemplo, en tomar un té para el estrés, sino que trata de identificar sus causas y las formas en que puedes aliviarlo desde la raíz.
- Date la oportunidad de volver a empezar. Si estabas en el camino de adquirir un nuevo hábito y lo dejaste a la mitad, si iniciaste un proyecto y éste fracasó, o si algún obstáculo te ha impedido avanzar, no te culpes ni te sientas mal; date permiso de cambiar de rumbo o de volver a iniciar. Perdónate a ti mismo y establece una nueva meta; empieza de nuevo, justo donde lo dejaste, o retrocede si es necesario.