Todos en algún punto de nuestras vidas nos hemos sentido sin salida frente a determinada situación o proyecto, y entre más vueltas le damos en la cabeza la conversación parece hacerse mucho más profunda e intensa con respecto a la gravedad del problema y la carencia de sus soluciones.
Sin embargo, un problema no se puede resolver desde el mismo punto desde el que fue creado; por eso, es indispensable que te muevas de lugar para resolverlo.
1. Acepta que estás enfrascado en una mala conversación mental
Si una y otra vez te enfrentas a la misma conversación mental que lo único que hace es reforzar la complejidad de la situación y te deja en la misma situación de sentirte frustrado y como víctima, te recomiendo que salgas físicamente de donde estés. Sal a respirar, a oxigenar tu mente y tus ideas, y trata de ser consciente de que ahorita sólo estás viciado dentro de ese mismo pensamiento que no te permite ver nada más; acepta que estás inmerso en él pero no te angusties, porque lograrás resolverlo.
2. Observa tu mecanismo mental frente al problema
¿Estás consumido por tus pensamientos acerca de lo que debió haber sido justo, que la otra persona fue abusiva, que tú debiste haber reaccionado de tal o cual manera, que la próxima vez que suceda vas a reaccionar diferente? Observa qué tipo de estructura mental estás sosteniendo: ¿de víctima, defensa, injusticia, decepción? Sólo obsérvala sin juicio, y ve cómo esa misma postura que proviene de ti te ha tenido atrapado en un pensamiento negativo.
3. Observa tus emociones
Las emociones son la química del pensamiento, así que sin duda has estado generando un estado emocional desde tu mente que te ha mantenido atorado en una misma situación quizá por algún tiempo. La idea es que también observes la emoción que has estado generando y que seas lo suficientemente amoroso contigo como para decidir salirte de ahí, porque es justamente esa emoción la que te está pesando e impidiendo ver otras opciones. Biológicamente, tus posibilidades de crear nuevas y mejores respuestas bajo un estado de estrés son prácticamente nulas.
4. Decide salir del círculo vicioso
Ahora sí, ya que observaste que no puedes ver nada, que lo que tienes es una conversación mental recurrente que te lleva al mismo punto y que te hunde en una emoción que no te funciona, entonces viene la parte buena del reto: decidir salirse de ese círculo vicioso. ¿Cómo? Apártate de la situación a un nivel consciente, creando un nivel de conciencia diferente, porque necesariamente tienes que moverte a un nivel de conciencia distinto al que tenías cuando el problema se creó.
Para ello, sigue estos pasos:
–Nada es personal. Esa persona con la que estás experimentando el reto está viviendo desde su propia humanidad lo mejor que puede hacerlo pero, al igual que tú, no puede ver nada; es a ti quien le corresponde moverte de lugar.
–Pregúntate permanentemente: ¿cómo puedo encontrar dentro de esta situación nuevas y mejores posibilidades? Tu mente es un GPS que te va a guiar a donde tú le digas. Oriéntala hacia un lugar de luz.
–Busca ayuda con gente que en lugar de reafirmar tu posición te brinde perspectivas nuevas y neutrales, o busca ayuda profesional, porque los coaches, los psicólogos y los terapeutas es lo que hacemos: dar nuevas y diferentes perspectivas (que salen de ti mismo) con respecto a un punto en el que sientes que ya no hay posibilidades.
–Confía en ti. Estás viviendo lo que te corresponde, con quien te corresponde, para que puedas trascenderlo y sanar; no hay nada equivocado con respecto a lo que vives. Acéptalo y pregúntate qué mensaje de evolución existe para ti en esa situación, y apégate a ese lugar de conciencia; seguro que ahí están las respuestas.
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