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Aprende a ser feliz con pocas posesiones materiales

Marzo 27, 2018

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No queda duda de que el mundo en el que vivimos está gobernado por un consumismo abrumador. Todos están vendiendo y comprando algo a cada segundo, e inevitablemente nosotros formamos parte de esa cascada de transacciones donde, a veces sin darnos cuenta, adquirimos productos que, honestamente, ni siquiera necesitamos.

 

Empresas y marcas se las ingenian para vendernos todo tipo de cosas que al principio parecen satisfacer alguna necesidad básica, pero cuando menos lo esperamos no satisfacieron nada, sino todo lo contrario: crearon una aparente “necesidad” donde no la había. De pronto, ya tenemos una ansiedad inoculada por adquirir más y más. No reparamos en ello, pero si miramos atrás, notaremos que las cosas se acumulan por los rincones de nuestra casa. La pregunta, entonces, es: ¿acaso somos mucho más felices, como nos lo prometieron?

 

Si nos detenemos un poco ahora y hacemos un trabajo consciente de introspección veremos que mucho de lo que tenemos y no utilizamos sólo está ahí deteniendo flujos importantes de energía, entorpeciendo el libre movimiento en nuestra propia casa y, lo más preocupante, haciéndonos sentir pesados, desganados y reticentes a emprender labores de limpieza lo antes posible. ¿Por qué sucede esto? Mientras más acumulamos, menor espacio dejamos para lo nuevo. Acumular es una manifestación de aprehensividad que, sin querer, nos hará sentir entorpecidos y menos felices de lo que creíamos.

 

Así que la manera en que podemos resolver esto es tomar la decisión de dedicar tiempo a una limpieza exhaustiva de nuestra casa o habitación. Una limpieza donde impere la conciencia de liberarnos de lo que no necesita estar con nosotros, de lo que ya tuvo una utilidad y que ahora no nos representa nada productivo. Mientras menos cosas tengamos, de mejor calidad serán aquellas que conservemos.

 

Es importante pensar en esto: tener menos no significa que habrá carencias, pues lo que buscas eliminar son aquellas cosas cuya utilidad está en duda o simplemente cumplieron su función y no las requieres más. Se trata de que cada cosa que tengas signifique algo especial, tenga una función definida y sea de la calidad que requieres. Un buen tip para comenzar es no tener dos cosas que sirvan para lo mismo. Olvídate de los “repuestos” o del “por si las dudas”. Al principio será difícil, pero verás cómo te acostumbras.

 

Toma tu tiempo para hacer distinciones y clasificaciones de lo que tienes y siempre piensa que es mejor la calidad sobre la cantidad, esa será tu primera clave y punto de partida. También piensa concretamente en la apariencia que tendrá tu casa o habitación después de que hayas terminado de limpiar; diseña un ambiente específico acorde a lo que permanece y usa tu creatividad. Recuerda que los elementos que más abren los espacios son la luz, las plantas y los colores claros. Aprovéchalos.

 

Y si por alguna razón y por más vueltas que les has dado aún tienes cosas que no sabes si desechar o no, existe una última alternativa pero, de verdad, piénsala como última opción: guarda en cajas todo aquello que todavía despierte dudas. El punto es que por un tiempo lo quites de tu vista (y de tu camino), para que luego de una temporada puedas volver a analizar; simplemente no te olvides de eso que guardaste.

 

¿Te animarías a una limpieza de este tipo? Te aseguramos que tu vida se volverá mucho más funcional y los espacios que habitas lucirán una mejor cara, sobre todo si últimamente has sentido que cuando llegas a casa se apodera de ti un sentimiento o una vibra de lentitud y pesadez, ya que eso podría significar que las energías están estancadas por tanta acumulación de cosas que ya no usas.

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