Cuando uno va por la vida sin esperar algo en particular, disfruta, se impacta y vive lo que hay tal cual es, sin ponerle o quitarle, sin quererlo cambiar, sólo estando en ese presente viviendo la experiencia tal cual es, al máximo. Sin expectativas es cuando vives mucho mejor en la vida, cuando más disfrutas y aprendes, cuando valoras más las cosas y vale más la pena el viaje.
Muchas veces nos hacemos expectativas de ciertas cosas, y más cuando lo planeamos minuciosamente o pagamos mucho. Esto es un gran peligro, ya que lo que planeamos y visualizamos que va a pasar rara vez sucede y lo que acontece es una desilusión o frustración, la realidad no nos satisface por no ser lo que esperábamos, aunque eso era realmente lo que la vida nos regalaba para vivir. Si nos hubiésemos quitado la expectativa lo más seguro es que esa experiencia la hubiéramos vivido distinto y seguramente hasta nuevos colores y sabores le habríamos encontrado con sorpresa y gratitud, aunque no cumpliera exactamente con lo que deseábamos.
Generar expectativas de algo puede ser un peligro para la experiencia.
Las vivencias que más disfrutamos son esos viajes que no controlamos por completo y cuando nos dejamos sorprender por el universo, abrimos un abismo de magia para que la vida nos sorprenda con cosas que nunca imaginamos. Si queremos controlar todo, ¿cómo nos va a sorprender la vida?
En una meditación es lo mismo. Si uno medita con el deseo de sentir bonito, sentir algo, vivir una experiencia maravillosa o repetir una experiencia que ya hemos vivido, no está entendiendo para qué meditamos y que no se trata de eso. La meditación se trata de soltar, esa gran experiencia o esa experiencia insignificante deben dejarse ir tal cual llegaron, y lo mejor al meditar de nuevo es no esperar nada. Ahí es cuando suceden los milagros. Debemos mantener los canales abiertos para algo más grande.
Lo mismo con la vida; no venimos sólo a tener placer y gozo, y entender esto puede ser de gran ayuda. Estamos viviendo todavía en la tercera dimensión, donde existe la polaridad, y en esta polaridad estamos experimentando. Si sólo queremos experimentar un polo, evidentemente sentiremos frustración. Cuando tenemos una vivencia o emoción que no queremos, nos frustramos, porque no entendemos que no sólo venimos a experimentar lo que deseamos. Estamos en un mundo donde son infinitas las posibilidades, y en vez de pelearnos con la vida podemos hacernos amigos de todos esos sabores que venimos a probar sin quererlos controlar. Juzgamos y nos disgustamos cuando la experiencia no es la que queremos o no es agradable, olvidándonos de que venimos a experimentar todas las emociones y distintas experiencias que uno no controla. Lo que sí podemos controlar es cómo reaccionamos ante ellas.
De aquí es que podemos aprender mucho de los niños; ellos se sorprenden por todo, ya sea una libélula en su vaso o una piedrita en el mar, y pueden pasarse horas viéndola. Pueden sorprenderse de ver una nube pasar o de ver la lluvia caer, no juzgan a la lluvia como mala y no creen que tienen mala suerte porque las cosas no salieron como las programaron para esa semana.
De todas las vivencias hay mucho que aprender, hay mucho que experimentar, hay mucho que sentir y permitirnos ser.
La expectativa nos quita esta soltura natural, bloqueando el flujo del cuerpo e impidiendo ver más allá de nuestros deseos; nos ciega y nos puede robar la verdadera vivencia que seguramente era perfecta para nosotros.
Ahí es donde viene la humildad de entender que nosotros no sabemos más y que no sabemos qué es lo mejor para nosotros ni para todos. Eso es parte del plan. Es como si la vida tuviese muchas reglas ocultas y una de ellas es no esperar nada. Poner tu deseo y soltarlo para que llegue de la forma que menos te imagines.
En estos últimos meses y años, esto ha sido más claro para todos. No sabemos qué va a pasar y nos deja en suspenso qué pasará y nos está cambiando la vida a varios para algo más grande. Y a esos que no quieren soltar les está costando cada vez más, hasta que la vida realmente los empuje de una forma no tan agradable para entender que parte de la enseñanza es experimentar cosas nuevas y que pueden ser un regalo de vida si nos dejamos y soltamos.
Tengo muchos pacientes que no tienen claro qué les va a suceder en la vida, qué viene para ellos. Y eso también es parte del plan, un plan que no venimos a saber, sino que vamos a construirlo con una buena actitud y soltando las expectativas que sólo nos causarán sufrimiento.
Cuando soltemos, llegarán más situaciones desconocidas para sentirlas y abrirse a ellas es la clave para experimentar en este mundo donde vivimos.
Entre más control más sufrimiento, entre menos control y apertura, más sorpresas nos dará la vida. Y aunque parezca que las sorpresas no son tan buenas, en el fondo tienen sus bendiciones ocultas.
Sí hay un porqué a todo lo que te ocurre y parte del chiste es descifrarlo sin la máscara de víctima, y más bien con la actitud de comprender qué debes aprender de ello.
A veces las peores catástrofes traen en el fondo los mejores regalos, y si no hubiésemos tocado ese fondo, tampoco hubiésemos tocado esas bendiciones ocultas. Cada quien será despertado por la vida de la forma en que lo necesite y eso está bien, lo importante es despertar.
Vive la experiencia sin expectativas, vive la vida sin esperar algo específico de ella, con la actitud de querer sentir, abierta, como un niño que está abierto a experimentar la vida. Déjate sorprender por eso nuevo que te puede dejar mucho más que lo que crees que conoces. Déjate sorprender por lo desconocido y viaja sin tanto planear, así llegará la magia y ese espacio que le des se hará notar en un gozo singular.
Namasté.