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Cuando Navidad y Año Nuevo deberían ser todos los días

Diciembre 23, 2018

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Es en esta época cuando nuestro celular y correo electrónico más reciben imágenes y mensajes de buenos deseos. Nosotros igualmente mandamos una cantidad impresionante de ellos, a veces incluso el mismo a todos nuestros contactos.

 

Hace unos días tuve la fortuna de recibir uno –que quizá, y ojalá, muchos de ustedes también hayan recibido– que movió algo dentro mí. Los deseos que en este mensaje se comparten tienen que ver con uno mismo y nuestra actitud ante la vida.

 

Decido compartirlo en este espacio porque su finalidad no es más que ayudarnos a tener una vida en equilibrio, justamente lo que Harmonía busca hacer con cada una de sus notas.

 

Desconozco la autoría del texto, pero si alguien sabe de dónde viene, en Harmonía nos encantaría poder darle el crédito.

 

¡Muy feliz Año Nuevo!

 

Qué loco, ¿no?, esperamos la Navidad para acariciarnos un poco, para tocarnos –apenas–, para decirnos cosas lindas...

 

¿Dónde estaba el amor que se le ocurre llegar a estas horas?

 

Qué loco. Pareciera mentira, esperamos hasta fin de año para sentir y celebrar. ¿No es mucho tiempo un año para aprender a mirar a los ojos?, ¿no es un año demasiado para aprender cómo abrazar?

 

En estos días dónde estarán abundando los deseos por el aire, yo quisiera desearte algo, pero algo importante, y acuciante de verdad:

 

Yo te deseo que te conozcas a ti mismo, porque una persona que sabe quién es puede distinguir fácilmente lo real de lo irreal. Te deseo que aprendas a ser feliz en soledad, para que la compañía sea una consecuencia, y no una necesidad. Te deseo que tus sueños, poco a poco, se vuelvan más grandes que tus miedos. Te deseo que la vida te dé el doble de todo lo que le das.

 

Te deseo, amigo, que respeten tus distancias y silencios, y enemigos justos, que te enseñen tanto o más que la amistad. Te deseo que puedas estar triste sin estar triste por ello, que puedas ser feliz estando feliz por ello. Te deseo que aprendas a comunicarte sin obligación de utilizar el celular. Te deseo que aprendas a mirar a los ojos, a tomar de la mano, que aprendas a abrazar a los demás y también a dejarte abrazar.

 

Te deseo que un rayo te queme el televisor –o lo parta al medio– y no tengas ganas de repararlo nunca más. Que tampoco quieras comprar otro y en cambio, salgas a mirar las estrellas. No te deseo paz, porque la paz no se desea, se construye. Te deseo un cielo limpísimo de nubes, para que cada vez que llueva salgas al patio a bailotear.

 

No te deseo amor, porque amor es lo que eres, te deseo que hagas lo imposible por derribar los muros, quitar los velos y romper las barreras que te impiden darte cuenta de esta tácita verdad.

 

Te deseo que acaricies un gato, un perro, que oigas el gorjeo de un jilguero erguido dulcemente en su canto matinal, porque si haces esto te sentirás bien por nada, y por todo. Te deseo que el tiempo que tardas en recordar sea exactamente el mismo que te tardes en olvidar. Te deseo que comprendas que lo importante no es lo que te sucede, sino lo que haces con aquello que te sucede. Te deseo, sobre todas las cosas, que aprendas la importancia de ser paciente y meditar.

 

Te deseo que no vivas para que tu presencia se note, sino para que tu falta se sienta. Te deseo que no envejezcas, y que enloquezcas, que nunca, jamás, te enfermes de seriedad. Y que no juzgues a las personas, porque si juzgas no puedes ser libre, porque además, detrás de cada rostro se esconde una historia indecible, que tú, ciertamente, no alcanzas ni a atisbar.

 

Te deseo poesía, y que conozcas mucha, mucha gente nueva. Te deseo, también, un poquito de tristeza, y que si lloras, lo hagas sin pena ni culpa, pues con la sal de las lágrimas las heridas se curan, y el alma, despacito, vuelve otra vez a respirar.

 

Te deseo que administres correctamente el dinero que has conseguido, y que sepas compartirlo desde tu ser con los demás.

 

Te deseo que encuentres al amor de tu vida, en especial cuando miras al espejo, y no por narcisismo obsoleto, sino porque eres tú la única persona que durante toda tu vida te va a acompañar.

 

Si todo esto sucede, no tengo nada más que desearte. Solamente que sigas siempre hacia delante, porque lo que ha pasado, ya pasó, lo que ha quedado atrás, ya no existe, ya no está...

 

 

¡Muchas Felicidades!

 

Foto de portada: Freepik

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