A veces, a la palabra "límite" se le da una connotación negativa, pues ¿cómo podría ser positivo algo que limita? Sin embargo, en el ámbito de las relaciones interpersonales son más que necesarios.
Cuando no pones límites, la otra persona puede aprovecharse de ti y sacar ventaja de tus vulnerabilidades. Y si no te pones límites a ti mismo, puedes terminar agotado al querer agradar y ayudar a todos, cuando no está en tus capacidades ni es tu responsabilidad hacerlo.
Las siguientes recomendaciones te ayudarán a establecer límites sanos, para que tus relaciones sean más saludables para ti y para las personas con las que te involucras.
En general, el exceso de promesas proviene del deseo de ser querido. Es normal que pienses que dar el 110% de ti es lo que hará que las personas te acepten más fácilmente, y por ello te comprometes en exceso.
El exceso de compromiso podría verse así:
La promesa excesiva es una forma específica de agradar a las personas, un fenómeno en el que actúas en contra de tus propios impulsos naturales para obtener la aprobación, la aceptación o el amor de los demás.
Cuando prometes demasiado, intentas convertirte en una versión idealizada de ti mismo, una versión que hace estas cosas, sin esfuerzo, en una determinada línea de tiempo. Al hacerlo, ignoras tus limitaciones naturales y priorizas lo que crees que otros quieren de ti, en lugar de lo que tú necesitas.
En algún momento, la mayoría de las personas complacientes creyeron que sus seres auténticos no eran lo suficientemente amables, por lo que ahora piensan, consciente o inconscientemente, que la única forma de asegurar el amor que anhelan es ser diferentes a como son.
Pueden hacer un gran esfuerzo para parecer más sociables, más productivos, más complacientes o más felices de lo que realmente son. En el caso de una promesa excesiva, hacen un gran esfuerzo para dar más de lo que pueden cómodamente.
Y si esto no lo logran o completan, como resultado hay daños graves, porque comienzan a creer que no pueden confiar en sí mismos, hay una sensación de vergüenza y la convicción de que deben hacerlo mejor la próxima vez, y con esto el ciclo se repite.
El secreto para romper este sentimiento de culpa es comunicar tus necesidades, limitaciones y deseos desde el principio con límites proactivos.
El límite retroactivo es cuando no piensas en tus propios límites: generalmente te acomodas a lo que las otras personas esperan de ti, así que responderás al comportamiento de los otros aunque eso no sea aceptable para ti. Por ello es sumamente importante que comiences a marcar tus propios límites proactivos, donde tu seguridad y comodidad vayan primero.
Por ejemplo, en una primera cita, tu amigo te pasa el brazo por los hombros. Te sientes incómodo, le quitas la mano y le dices: "Todavía no estoy listo para las muestras públicas de afecto". Aunque la otra persona esperaba que respondieras de manera positiva a esa acción, ello no significa que esa acción necesariamente te hiciera sentir bien, así que ser honesto y aprender a poner límites para sentirte en paz es fundamental.
Los límites retroactivos son una forma de autodefensa verbal. Son poderosos y efectivos, pero a muchos les resultan terriblemente difíciles de configurar. Puede ser un desafío hablar por ti mismo cuando te sientes amenazado, intimidado o presionado, pero los siguientes consejos podrían ayudarte a comenzar a hacerlo:
Esto puede funcionar en cualquier aspecto de tu vida, ya sea en trabajo, con tus amistades, tu familia (padres, hijos, hermanos, etcétera), en tus relaciones sentimentales o cuando te sientes en peligro.
Con información de Tiny Buddah