Sé que el título de esta columna puede parecer un poco raro. ¿Qué tiene que ver la filosofía del yoga con la muy popular leyenda medieval de la espada en la piedra? Tal vez nunca se me habría ocurrido relacionarlas, pero hoy fui a ver la película El rey Arturo y encontré una gran inspiración yogui en sus imágenes. No te preocupes, no hay “spoiler alert”… nada de lo que viene a continuación te arruinará la ida al cine; al contrario, espero que la complemente.
El yoga, como muchas otras disciplinas espirituales, nos enseña que para conectar con nuestro Ser interior es necesario asumir que somos luz y sombra y que es precisamente la conciencia de ese contraste lo que nos constituye en trascendencia.
Bueno, resulta que en el viaje que emprende el joven Arturo hacia el trono que por herencia le corresponde, vive muchas aventuras. Obvio, ¿verdad? Si no, no sería una superproducción de Guy Ritchie. El punto es que hay yoga en ella. Y es que más allá de los impactantes efectos visuales me parece que una buena parte de la adrenalina que genera esta cinta, a pesar de que ya todos sabemos en qué termina, tiene que ver con la identificación emocional que nos genera porque al final habla de una batalla que todos enfrentamos cada día: la de descubrir quiénes somos y atrevernos a ser eso que descubrimos. Para ganarla, en el yoga se nos enseñan lecciones que, si pones atención, también encontrarás en esta película.
Aquí van tres cuyo encanto reside en lo simples que parecen y lo desafiantes que son cuando quieres llevarlas a la práctica:
1. En sus Yoga Sutras, Patañjali nos explica que deshacernos de los patrones mentales creados con cada experiencia es la base para unificar cuerpo, mente y alma. Los miedos, bloqueos emocionales y demás reservas que nos impiden vivir a plenitud y con libertad son el “monstruo” a vencer.
2. Es fácil sentir gratitud hacia quienes nos aman y nos apoyan. El asunto se vuelve mucho más complejo cuando se trata de asumir que incluso quienes nos lastiman o buscan afectarnos pueden recibir nuestro agradecimiento porque con su actitud nos fortalecen, si sabemos procesarla.
3. No hay mayor magia que la de confiar en ti mismo. Es imposible hacerlo si desconoces tus virtudes y defectos, si rechazas tu historia o si te enredas en el mundo de lo material. Todo está ya en tu corazón, aunque suene cursi. La pregunta es si estás dispuesto a escucharlo.
NAMASTE.