A los seres humanos nos encantan las historias, aprendemos de ellas de una manera simple. Por eso hoy traigo otra historia.
Estaban los alumnos alrededor del maestro, quien les preguntó por qué las personas gritan al enojarse.
Los alumnos dieron muchas, muchas respuestas:
-Porque pierden la calma
-Porque no saben controlarse...
Pero ninguna de las respuestas complacía al maestro, que les dijo: ¿Pero por qué gritar si están uno frente al otro? Los alumnos callaron, y el maestro dijo: Cuando dos personas están enojadas, sus corazones se alejan mucho; por eso gritan, para compensar la distancia. Luego, el maestro dijo: ¿Y qué pasa cuando las personas están enamoradas? Ellos no gritan sino que se hablan suavemente, porque la distancia entre sus corazones es más corta. Y si ese amor es cada vez más grande, la distancia es pequeñita, por eso se susurran o sólo se dicen cosas con la mirada.
Y esto que dice la historia es verdad, qué tan cerca estas tú de las personas, qué tan cerca está tu corazón del suyo. Probablemente ni siquiera te habías puesto a pensar en esto. Date cuenta cómo hablas cuando te enojas o cómo gritas, y date cuenta cómo es tu lenguaje cuando sabes que tu corazón está a una mínima distancia de esa persona que amas. La espiritualidad y el mundo de la energía te da enseñanzas sumamente simples, tanto que no creemos que el camino de la luz sea así de sencillo. Pero es engañoso, es tan sencillo que no cualquiera puede andarlo. Tú eres humana, humano y vivir sin sobresaltos, sin miedo, sin preocupaciones es muy complejo. Y hoy no te digo que dejes de tenerlos, sólo te digo que seas consciente de esa distancia de los corazones. Si tienes un perro, un gato, date cuenta de la cercanía que tiene su corazón contigo, porque ese perro o gato siempre hará lo posible para acercarse más y más.
Hoy quiero que establezcas una distancia menor con los corazones de las personas que te encuentres, no importa si son conocidos o no. Toma esta propuesta como algo que te dará un aprendizaje hermoso y te hará sensibilizar una parte que tu estrés diario ha convertido un poco o un mucho en roca. Y una vez que hagas este ejercicio, proponte hacerlo una vez a la semana, y si lo deseas, más. Notarás que la gente cambia, porque tú cambias.
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