El miedo a temblar en público es, para muchos, una limitante. A pesar de que intuitivamente se suele vincular este fenómeno con la timidez o la inseguridad, la realidad es un poco más compleja. 

En primer lugar, se deben entender las diferencias entre introversión, timidez y fobia social, que erróneamente se pueden considerar como iguales. 

La introversión tiene que ver con el temperamento de la persona. Cuando una persona es introvertida, le gusta más estar en zonas tranquilas, con poca gente, y necesita la soledad en mayor medida, por lo que pese a que les gusta y necesitan del contacto social, los introvertidos necesitan dosificarlo. Además, cuando se encuentran en actos sociales, tienden a ser más observadores y callados.

Por otro lado, la timidez es la sensación de inseguridad o vergüenza que sienten las personas ante determinadas situaciones, especialmente sociales o nuevas. A quienes son tímidos se les puede dificultar entablar conversaciones y conocer gente. Además, a diferencia de la introversión, la timidez suele conllevar un cierto grado de ansiedad.

Una persona puede ser introvertida y no tímida, puede preferir estar con grupos pequeños pero no porque le suponga ansiedad la idea de estar con gente, sino porque lo prefiere.

En cuanto a la fobia social, se trata del miedo intenso ante la posible evaluación por parte de otras personas. Existe el temor de ser evaluado negativamente o de quedar en evidencia por alguna razón; generalmente, porque los demás puedan notar los síntomas fisiológicos de esa ansiedad. Es muy similar a la timidez, pero suele ser mucho más incapacitante y más extrema.

Temblores por ansiedad: ¿por qué ocurren?

El miedo a hablar en público es un fenómeno que se reconoce y se identifica a través del comportamiento de los individuos; por ejemplo, la cara roja y el sudor son delatores frecuentes, pero algo que también sucede ante situaciones en las que invade la ansiedad, sea por timidez, fobia social o simples nervios, es temblar. Y esto es, para algunas personas, un verdadero problema, sobre todo cuando se da en alguien que sufre de fobia social.

Estos temblores suelen presentarse más en las extremidades, ante las situaciones consideradas amenazantes, donde el cerebro ordena que se mande sangre y energía a los brazos y las piernas, de forma que éstos se preparen para las respuestas de lucha y/o huida. En un principio, temblar ante estas situaciones puede ser normal; se trata de una reacción fisiológica propia de la ansiedad, y la ansiedad es en cierto grado adaptativa.

El problema puede desatarse cuando se está demasiado pendiente de que esto pueda ocurrir o no. En esos casos se da una ansiedad anticipatoria, es decir, preocuparse previamente por ello, lo que además puede prolongarse por más tiempo o ser más intenso en los individuos que están más pendientes de ese temblor.

¿Cómo solucionar este problema?

En primer lugar, es esencial conocer el mecanismo del sistema nervioso autónomo y de la ansiedad. Entender que temblar así, al igual que otros cambios fisiológicos en el cuerpo, es completamente normal, y que estos fenómenos no duran demasiado tiempo. Si no se evitan o abandonan estas situaciones, se puede trabajar en solucionarlo.

Pero cuando esto supone un problema que genera sufrimiento o es limitante, se recomienda acudir a terapia, de modo que un especialista ofrezca todas las herramientas necesarias para eliminar esta preocupación excesiva.

Con información de Psicología y Mente