Seguramente has escuchado que los niños tienen un “no sé qué” que les permite ver y sentir cosas que los adultos no. Pueden ser amigos imaginarios, o hay casos donde aseguran hablar con personas que ya no están vivas.
Existen casos donde niños pequeños mantienen comunicación con alguna persona que sus padres no pueden ver, y después cuando les enseñan fotos de sus abuelos, tíos o hermanos fallecidos, dicen que eran ellos a quienes veían.
Lamentablemente muchos padres ven esto como una señal de alerta de que algo anda mal y, lejos de impulsar aquello que los niños pueden ver y escuchar, lo que suelen hacer es reprimirlo, y en muchas situaciones incluso hacen que los niños se sientan culpables por lo que observan o sienten.
El miedo de los padres es el que provoca que los amigos imaginarios, o cualquier cosa que vea su hijo, tome el control. En lugar de, por ejemplo, darles la confianza para que siempre platiquen acerca de lo que observan o escuchan y saber si esto los incomoda, los asusta o es agradable.
El sexto sentido existe en todas las personas, pero con el paso del tiempo se desvanece, debido a la forma en que los padres moldean a sus hijos; además, con la socialización, el hemisferio izquierdo del cerebro (relacionado con la lógica y la razón) se vuelve el protagonista de los pensamientos.
La creatividad, el humor fresco e infantil, se mueren poco a poco si no trabajas en ellos. Es como cualquier ejercicio que debes practicar a menudo para volverte un experto. Claro que esto no significa que te comportes como un niño en todo momento, pero es posible que aprendas y desarrolles la habilidad de ese sexto sentido que te hizo soñar, alegrarte por lo insignificante y disfrutar de la vida.
El sexto sentido es un poder que vive dentro de ti, aun si nunca pudiste desarrollarlo o si nunca se te permitió hacerlo. Con él puedes viajar con tu mente, relajar tus pensamientos, soltar tu cuerpo e incluso, en la alquimia y la meditación, tener experiencias extracorporales.
Hoy en día, las personas que cuentan con este sexto sentido desarrollado ayudan a contactar a personas del más allá, para lo cual se apoyan con el tarot, los ángeles u otras deidades que les permiten ver y observar lo que otros no.
Cuando tienes un presentimiento o duda respecto a hacer algo que podría cambiar tu vida, lo que habla dentro de ti es la intuición relacionada con el sexto sentido. Y esa pequeña voz dentro de la cabeza está más desarrollada en las mujeres, según un estudio realizado en el Instituto de Investigación RIKEN, donde se practicó una resonancia magnética a mujeres y hombres.
Aquí se encontró que la intuición está vinculada a ciertas áreas del cerebro que se activan cuando las personas tienen un presentimiento.
Lo que puedes hacer para desarrollar ese sexto sentido es siempre estar atento a las señales y lo que esos presentimientos te dicen. Puedes empezar a meditar para conectar con tu yo superior y estar mucho más perceptible a tu entorno. Aprende a leer a las personas y las situaciones en las que te encuentras; si algo no te gusta, no te da buena espina o simplemente te incomoda, es mejor hacer caso y salir de ahí.
Cuando la mente cognitiva está ocupada, puede anular la parte subconsciente del cerebro; es decir, la fuente de la intuición. Pero cuando duermes, tu mente cognitiva descansa y le da espacio la mente subconsciente para enviar señales; siempre escucha y atiende esas señales.
Ebárcate en actividades como dibujar, escribir, pintar o cualquier cosa que pueda facilitar que tu imaginación vuele.
¿Sientes que va a llover mañana? ¿Te gusta un número para comprar lotería? Escribe todos los pensamientos que tengan tintes premonitorios y luego comprueba si eran correctos.
La intuición también se comunica a través del cuerpo. Si tienes una sensación física extraña cuando tratas de tomar una decisión, ponle atención. ¿Te sientes ligero o pesado?, ¿tranquilo o estresado? Algo tan común como un dolor de cabeza puede ser la señal de que te conviene cambiar el rumbo.
Cuando estás demasiado ocupado, es difícil estar atento a lo que dice tu voz interior. Baja el ritmo, pasa el día en un ambiente nuevo sin ningún plan y observa cómo fluye tu compás interno.
Estar en el mundo natural, lejos de la tecnología y demás tentaciones de la mente cognitiva puede ayudar a abrir el canal de la intuición primitiva que el ser humano solía tener cuando vivía entre los diversos elementos y los depredadores.
Recuerda alguna experiencia negativa y pregúntate si sentiste un nudo en el estómago al tomar la decisión que te llevó a ella. Mientras más detalles evoques, más te podrás poner en contacto con tu yo intuitivo. La próxima vez, seguramente le harás caso.
La mente piensa y siempre habla como un remolino. La intuición, en cambio, siente. Cuando no estás seguro de si escuchas a tu mente temerosa o a tu intuición confiable, observa si en ese preciso momento piensas o sientes.
Y recuerda: reprimir la intuición y los pensamientos que genera en tu cabeza puede provocar que ésta termine por desaparecer.
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