Aunque su ubicación en el organismo no es cercana y aunque en apariencia sus funciones son muy diferentes, el cerebro y el intestino mantienen una estrecha relación y una constante comunicación bidireccional; es decir, el intestino envía y recibe información del cerebro y viceversa. De esta manera, lo que afecta a un órgano lo hace también en el otro.
En el intestino se encuentra una extensa red neuronal conformada por millones de neuronas, las cuales se comunican con las del cerebro a través del llamado eje cerebro-intestinal, que está conformado por estructuras nerviosas (el nervio vago es uno de los más importantes en este vínculo) y por los neurotransmisores que viajan a través del torrente sanguíneo.
A esta relación se debe que muchas emociones que se originan en el cerebro tengan un impacto en el estómago, como la sensación de mariposas que sientes cuando te enamoras, el hueco en el estómago cuando te sientes nervioso, o esa sensación de vacío cuando algo te preocupa. Y también, que muchas veces la comida te dé una sensación de bienestar.
Te puede interesar: La conexión cerebro-intestino y su importancia en tu salud
Por otro lado, los resultados de diversas investigaciones señalan que algunas bacterias que se encuentran en el intestino podrían tener un impacto en el equilibrio mental e incidir en la probabilidad de sufrir depresión.
Al respecto, recientemente un equipo de investigadores de Bélgica analizó las muestras de heces de más de mil voluntarios y descubrió que dos familias de bacterias eran sistemáticamente menos numerosas en las personas deprimidas, incluidas aquellas bajo tratamiento con antidepresivos.
Los resultados establecen una relación estadística entre el número de ciertas bacterias y el nivel de bienestar y salud mental, aunque no muestran una relación de causa y efecto.
Las familias de bacterias implicadas, Coprococcus y Dialister, son conocidas por tener propiedades antinflamatorias, y se sabe que la inflamación del tejido nervioso desempeña un papel importante en la depresión, por lo que la hipótesis es que ambas cosas están relacionados de una forma u otra.
“La idea de que las sustancias derivadas del metabolismo de los microbios pueden interactuar con nuestro cerebro, y por lo tanto con nuestro comportamiento y sentimientos es intrigante”, explica Jeroen Raes, uno de los autores principales de la investigación.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 300 millones de personas en todo el mundo sufren depresión, la cual es una de las principales causas de los 800 mil suicidios que se registran cada año.
Investigaciones como esta podrían dar nuevos pasos para poder recurrir a otro tipo de tratamientos para esta enfermedad, basados en la alimentación, la salud intestinal y el bienestar visto de una forma integral.
Te puede interesar: Alimenta tu salud emocional y mental