Los estilos de vida impiden frenar y darse cuenta de que el cuerpo necesita más que grandes edificios, tecnología y comida procesada. El cuerpo humano necesita desconectarse y reunirse con la naturaleza. El ritmo es un desafío constante en el que fácilmente se puede perder la noción del cuidado de la salud física y emocional. ¿De qué manera combatir la fatiga mental en un entorno que te sobreestimula todo el tiempo?
Un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que dentro de 20 años, dos terceras partes de la población vivirán en ciudades, por lo que buscar un equilibrio para la salud es una prioridad, y la respuesta puede estar literalmente afuera. Todo lo que promueve la relajación utiliza imágenes y sonidos de la naturaleza (que, irónicamente, se reproduce en una computadora o un dispositivo móvil), lo cual tiene absoluto sentido.
Al estar en contacto con la naturaleza, el ritmo cardiaco disminuye, a pesar de que el ritmo de vida esté tan moldeado por la tecnología. El físico estadounidense Richard Taylor ha estudiado la respuesta del cuerpo al observar elementos naturales como los helechos, los copos de nieve, las ramas de un arbol o las olas del mar. Su estudio se basa en fractales, objetos geométricos irregulares que causan un efecto de calma al observarse; estas figuras abundan en la naturaleza, como en los ejemplos antes mencionados.
El contacto con la naturaleza ofrece ventajas para la salud mental y física, la cognición, la habilidad para aprender e incluso para la productividad. En 1984, el investigador Roger Ulrich observó en un hospital de Pensilvania a pacientes que se recuperaban de una operación quirúrgica de vesícula. Algunas de las habitaciones daban al exterior y desde ahí se podían ver árboles. Los pacientes con esta vista recibían el alta 1 día antes y pedían menos analgésicos para el dolor que los que no tenían ventana en su habitación.
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Desde hace 2 décadas los indicadores que evidencian lo nocivo de los estilos de vida modernos van en aumento: sobrepeso, trastorno de déficit de atención, depresión, estrés, etcétera. En Japón, para tratar el síndrome de desgaste profesional se inició la práctica del shinrin-yoku o baño forestal, que consiste en realizar actividades en bosques durante un par de horas o incluso durante varios días. Los paseos largos, ejercicios de respiración, contemplación y otras actividades que bajan el ritmo cardiaco hacen que disminuyan los niveles de cortisol (hormona que se libera cuando se experimenta estrés), mientras que aumentan la producción de células NK (del inglés natural killer), componentes del sistema inmune.
Gran parte de estos beneficios ocurren gracias a unos aceites naturales llamados fitoncidas, que forman parte de la defensa de los árboles contra hongos, bacterias e insectos. Esta sustancia se concentra en el aire y se percibe por el olfato porque desprende unos compuestos orgánicos aromáticos y volátiles, conocidos como terpenos.
Una investigación del Instituto Nacional de Recursos de Finlandia señala que incluso una pequeña dosis de naturaleza ayuda a combatir la depresión; basta pasar 5 horas en un bosque o incluso en un parque grande. Así que es momento de apagar la tecnología y acercarte a la naturaleza: ¿cuándo fue la última vez que sumergiste tus manos en un río, caminaste por un sendero o disfrutaste el olor de la tierra?
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Fuentes