Regular tus emociones quiere decir que tienes la habilidad de manejar y responder a cierta experiencia emocional de forma efectiva. Es decir, que eliges qué tipo de emociones tener y cuándo expresarlas.
Por ejemplo, si tiene que ver con regular una emoción negativa, puedes elegir una distracción para mantenerte relajado. Este tipo de habilidades son esenciales para tener una vida psicológica sana.
La música es una de las herramientas más utilizadas por las personas para poder regular el humor. Por ejemplo, se sabe que la música relajada puede reducir los síntomas de ansiedad y activar la respuesta de relajación.
La música tiene una fuerte conexión con los sentimientos de placer. La música puede desencadenar las mismas respuestas biológicas y psicológicas asociadas con otras recompensas altamente fundamentales, como la comida, el sexo y el dinero.
La música puede excitarte, calmarte y conectarte con tus sentimientos y los de otras personas. De hecho, el entrenamiento musical puede ayudarte a reconocer tus propias emociones.
La música ayuda a canalizar la frustración o purgar (catarsis) las emociones negativas (ira y tristeza) de una manera inofensiva. Por ejemplo, cuando escuchas música triste (o ves una película triste), estas desconectado de cualquier amenaza o peligro real que la música (o película) representa. Cuando lloras ante la belleza de la música triste, experimentas un aspecto profundo de tu ser emocional.
El ritmo interno (por ejemplo, la frecuencia cardiaca) se acelera o se ralentiza para unirse a la música. El movimiento (por ejemplo, asentir con la cabeza, dar golpecitos con los pies y las manos) es más probable que ocurra cuando uno escucha una canción que le gusta mucho.
Por ejemplo, bailar es un comportamiento típico para moverse abiertamente o de manera encubierta en coordinación con la música. La emoción de la música se refleja en el cuerpo y en las caras de los oyentes. Estar en sintonía con la música es una fuente de placer. Moverse en sincronía con otras personas es una herramienta valiosa que puede crear un fuerte vínculo entre las personas.
Además, mucha gente disfruta escuchar música como un motivador cuando hace ejercicio. La música hace que el ejercicio parezca menos agotador.
El condicionamiento evaluativo implica una transferencia de los sentimientos asociados con eventos pasados a la música. Por ejemplo, algunas personas pueden tener un buen recuerdo asociado con el Canon en re mayor de Pachelbel para una boda. Y cuando escuchan la música, automáticamente tienen la misma memoria y los mismos sentimientos.
De la misma manera que captas las emociones de otras personas, también sientes las emociones de la música, porque son contagiosas. La música triste tiende a entristecer a la gente; la música feliz los anima. Es decir, los oyentes tienden a adoptar posturas y actitudes corporales como las expresadas en la música.
Por ejemplo, cuando la gente asiste a los conciertos, sus emociones están en parte influenciadas por las emociones de otras personas presentes. Del mismo modo, la música de fondo puede afectar tu estado de ánimo.
La música puede ser muy eficaz para estimular las imágenes visuales en los oyentes (por ejemplo, un paisaje y un color hermoso).
Los oyentes usan imágenes mentales visuales para calmarse o relajarse. El contenido de las imágenes mentales visuales es altamente sensible al tono emocional de la música. Por ejemplo, la música alegre y evocadora está ligada a la imaginería bailable y la música triste a la autorreflexión.
Las letras que resuenan con la experiencia personal del oyente pueden dar voz a sentimientos o experiencias que uno podría no ser capaz de expresar por sí mismo.
La música no es una píldora mágica que puede resolver inmediatamente un estado de ánimo negativo. Por ejemplo, el estado de ánimo depresivo a menudo está estrechamente relacionado con los patrones de pensamiento. Los beneficios de escuchar música que distraiga pueden ser temporales. Por lo tanto, escuchar música que altera el estado de ánimo a través de patrones de pensamiento cambiantes puede tener un efecto duradero.
Con información de Psychology Today