La psique humana está continuamente sometida a grandes fuentes de estrés y tensión. Las situaciones problemáticas o conflictos que se presentan en la vida cotidiana suelen ser estados que representan gran sufrimiento y ausencia de paz para muchos. En el año 2016, la Organización Mundial de la Salud encontró que una de cada cuatro personas padece o tiene el potencial de padecer algún tipo de trastorno mental a lo largo de su existencia.
Por esta razón, el concepto de la terapia psicológica es cada más necesario. Lo que antes se podía interpretar como señal de que tenías un problema muy grave, o incluso que te tildaran de “loco”, hoy está más normalizado que nunca. Aunque en realidad no necesitas que te diagnostiquen alguna enfermedad mental para recurrir a un profesional que te ayude a restablecer tu equilibrio emocional y mental. El trabajo de terapia no es fácil, es para los valientes que se atreven a sumergirse más profundo en sí mismos y sanar sus heridas.
Hay muchas razones para asistir a una terapia psicológica; sin embargo, hay motivos más comunes que otros. Algunos de ellos son:
Cuando ocurren situaciones dolorosas que producen estrés y sufrimiento crónico. Es decir, que el paciente no es capaz de trascender los hechos y se siente sobrepasado por los mismos. Por ejemplo, un divorcio, un cambio de ciudad o país, bullying u otra circunstancia que lo lastima todavía en el presente, aunque pertenezca al pasado.
Es el trastorno más común a nivel mundial. Se puede detectar cuando el paciente presenta una sensación de tristeza y desgano general la mayor parte del día, por un espacio de al menos 2 semanas. Otros síntomas incluyen aislamiento, insomnio, dificultad para concentrarse y pasividad.
Se caracteriza por episodios recurrentes de ataques de pánico, acompañados por síntomas físicos como sudoración, fuertes palpitaciones, problemas intestinales y el miedo a morir. Se diagnostica oficialmente cuando la preocupación es constante y difícil de controlar por un periodo de 6 meses.
Es cuando el paciente tiene un temor desproporcionado ante la cercanía de algún estímulo o situación específicos. Dicho catalizador es capaz de provocarle una crisis de ansiedad. La fobia puede ser a las alturas, los espacios cerrados, los espacios abiertos, algún animal o viajar en avión, por mencionar algunos de los casos más comunes.
Es la consecuencia de haber experimentado o sido testigo de alguna situación de alto impacto emocional. El paciente presenta pesadillas y recuerdos intrusivos que le hacen tener reacciones fisiológicas, y lo hacen sentir como que vive la experiencia una y otra vez.
Se trata de uno de los motivos comunes para buscar asesoría psicológica, pues el paciente no tiene por qué tener un trastorno en sí. Las causas más recurrentes son dificultad para establecer relaciones funcionales y amorosas. Hay muchas técnicas que pueden resolver este tipo de problemática.
La falta de comunicación y los roles poco claros o disfuncionales suelen ser la raíz de estos conflictos. Tanto en familia como en pareja, es normal que surja confusión, dudas y proyecciones que dificultan la convivencia. Aquí es básico explorar las huellas del árbol familiar, para poder trascender viejos patrones y programaciones.
Con información de Psicología y Mente