La popularización de la dieta gluten free ha ocasionado que se diseminen muchos mitos en torno a los cereales, como que resultan mucho más dañinos que benéficos para el organismo o que aportan demasiadas calorías y pocos nutrimentos. La realidad es que si bien es cierto que los cereales industrializados, adicionados con azúcares y colorantes son absolutamente prescindibles en nuestra dieta, los cereales integrales son punto y aparte. Los granos enteros o integrales proporcionan vitamina B, vitamina E, tiamina, riboflavina, niacina y múltiples minerales como hierro, zinc, cobre, magnesio, selenio y fósforo.
Además, los cereales integrales son una gran fuente carbohidratos complejos —de lenta absorción—; de hecho, esa es su principal aportación. Estos hidratos de carbono complejos resultan mucho más benéficos que los simples, ya que evitan los picos de azúcar en la sangre debido a que la liberan lentamente, ayudando a estabilizar la glucosa.
Los cereales integrales también son una gran fuente de antioxidantes, que ayudan a combatir los radicales libres que dañan las células del cuerpo y pueden ocasionar cáncer.
Debido a todo lo anterior, son un alimento básico en cualquier dieta saludable. Se recomienda incluir de dos a tres raciones diarias de cereales en la dieta, que también puedes encontrar en las harinas y pastas integrales.
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