No cabe duda de que uno de los postres más famosos y deliciosos de todos los tiempos es el helado. Disfrutamos tanto su consistencia, su frescura y la cantidad inmensa de sabores y variaciones que nos ofrece según la creatividad de creadores, marcas y peticiones de los consumidores más excéntricos. Por tal motivo, sería una tragedia enterarnos de que su consumo constante estuviera relacionado con serias afectaciones a la salud, pero ¿será que lo es?
Investigadores y nutriólogos se preguntan si existirá una diferencia sustancial entre comerse un vaso de medio litro de helado de una sola vez o comer esa misma cantidad pero distribuida a lo largo de varias horas o días. Las conclusiones, básicamente, se remiten al motivo y frecuencia con la que consumimos este tipo de postres.
Es sabido que, psicológicamente, para algunas personas, el helado puede funcionar como un placebo o una fuente de placer inmediato para calmar ciertas ansiedades y eso, cuando llega a salirse de control, podría ocasionar una dependencia lenta y discreta a largo plazo, lo que incrementaría el consumo calórico y con ello los riesgos de padecer algún problema cardiovascular. Las afectaciones más usuales generadas por este tipo de postres están relacionadas con altos niveles de colesterol y glucosa, problemas coronarios y en casos extremos, ataques al corazón.
El helado es sólo un causante más, no el único, de ciertos problemas alimenticios a causa de su alto contenido en grasas y azúcares. Existe una conexión natural entre los desórdenes alimenticios y los desórdenes psicológicos relacionados con el estrés, la ansiedad y la depresión y, por lo tanto, recurrir a alimentos altos en calorías sin considerar los problemas nutricionales resulta muy común entre la población, lo que a gran escala también resulta en un problema de salud pública.
De nuevo, el helado sirve sólo para ejemplificar esta relación entre lo que comemos y lo que sentimos. No podemos culpar a los alimentos, más bien, conviene hacer conciencia de aquello que consumimos para tener claras las cantidades calóricas que recibe nuestro cuerpo en relación a la actividad física que realizamos para con esto mantener un equilibrio saludable. Sin duda, podemos seguir disfrutando de postres y helados siempre y cuando equilibremos la dieta con productos naturales y no procesados.