Por muchos, muchos años comí todo lo que quise, tal vez no en mucha cantidad, pero no me acuerdo haberme limitado en nada. Ni siquiera en mis dos embarazos. Tengo la suerte de ser alta y delgada, así que en realidad nunca necesité hacer dietas. Y sí, como la genética está de mi lado, me confié. No tenía ningún problema en cenar quesadillas con tortillas de harina y queso gouda casi diario, me confié. Jamás se me ocurrió que era buena idea aprender a escuchar a mi cuerpo y sus alertas, me confié.
Empecé a pensar que comer sano era buena idea hasta que la salud de dos personitas dependía de lo que yo comprara y cocinara. Pero para mí ya era un poco tarde y la vida me cobró factura; hace varios años ya, lo que podía haber sido sólo una infección estomacal, en mi mal cuidado organismo se convirtió en una bacteria muy peligrosa que me llevo al hospital por varios días comprometiendo gravemente mi salud. Tardé más de un año recuperarme.
No había otra opción: tenía que cambiar mi alimentación.
Así (a la mala) entendí que la comida nutre, que no solo es para estar en peso y que si quiero que mi cuerpo funcione bien tengo que darle la mejor gasolina. Y como soy bastante intensa y obsesionada, tomé mi salud (y la de mi familia) como prioridad. Me puse a estudiar con los mejores, a leer cuanto libro he podido y a tomar cursos y más cursos. Sí, mi estilo de vida cambió por completo pero también mi salud. Me siento mucho mejor ahora a mis 41 que cuando tenía 25, mi energía es otra.
Dentro de todos los cambios que hemos hecho en mi casa, hay uno que me parece crucial, y es convertirme en una consumidora responsable: la salud empieza en el carrito del súper. Nunca, nunca creo lo que dice el frente de un producto (cosas como: natural, saludable, hecho con fruta, menos azúcar, con fibra, integral, etc.) aprendí a leer etiquetas y lo hago cuidadosamente para saber exactamente de qué están hechos los productos, qué tipo de químicos y aditivos contienen y qué tan procesados están.
Lo que empezó como un cambio para recuperar mi salud definitivamente mejoró la de mi familia, además de contagiar a mis amigos y a otras personas interesadas en tomar decisiones de compra informadas. Cada vez somos más y esto no para. Quiero inspirar a que más y más gente tome su salud como prioridad y así, porque no, presionar para que las empresas mejoren la calidad de sus productos. Como consumidores lo merecemos.
Si quieres más información sobre mis cursos o algún tema en específico, contáctame en cecibandera@hotmail.com