A lo largo de la historia, la Tierra ha sufrido al menos cinco extinciones masivas. De ellas, la más reciente y la más conocida ocurrió hace alrededor de 65 millones de años, al final del periodo Cretácico, y fue la que acabó con los dinosaurios, además de muchas otras especies.
Según las investigaciones que se han realizado, estas cinco extinciones se dieron debido a las consecuencias de la actividad geológica, como los cambios dramáticos en el clima. En la actualidad, de acuerdo con un estudio desarrollado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) la población mundial de mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces se ha reducido en un 52% desde 1970. Esto significa que el día de hoy existe tan sólo la mitad de los animales que había hace 40 años.
Pero, ¿cómo es posible tal disminución de la población animal sin que sea escandalosamente evidente? Bueno, según el reporte de la WWF, llamado "Índice del Planeta Viviente", esta cifra no parece reflejarse a simple vista porque la mayoría de los programas conservacionistas han dado buenos resultados, lo que significa que a los animales "carismáticos" les va bien. Las zonas donde habitaban lobos están siendo poco a poco repobladas; lo mismo ocurre con los manatíes, los pandas y los grizzlies. Y, a pesar de que especies como los rinocerontes y los elefantes siguen estando amenazados, todo indica que los grandes mamíferos no la están pasando tan mal. El problema son las especies más pequeñas y con pocos fans. Es más difícil empatizar con la conservación de especies que no son simpáticas o tiernas, como los reptiles, y que sin embargo son fundamentales para el equilibrio natural. Son justo las especies poco carismáticas las que hoy luchan por su superviviencia.
Por ejemplo, ¿cuándo fue la última vez que viste una pequeñita rana leopardo? ¿Sabías que existe y se está extinguiendo? El caso de la rana leopardo es un ejemplo perfecto de lo que ocurre en términos de conservación animal. Los animales con los que empatizamos son en su mayoría mamíferos que reciben apoyo de los grupos ecologistas y de la sociedad en general, pero casi nadie se preocupa por otras especies. Este es el problema de volver el ecologismo un concurso de popularidad donde los menos agraciados o favorecidos en nuestro imaginario son los que verdaderamente llevan las de perder.
La próxima vez que quieras apoyar a la conservación animal, apuesta por una de esas especies que tienen pocos amigos. Ahí es donde verdaderamente puedes hacer una diferencia.
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