En las películas y anuncios de marcas suelen mostrarse celebraciones navideñas de familias numerosas en las que todos los integrantes conviven alegremente e intercambian regalos. Lo cierto es que esta escena sí se puede hacer realidad y disfrutar, siempre y cuando cada miembro de dicha familia trabaje por promover la convivencia, la equidad y el entendimiento.
Las cenas de Navidad en las que se reúnen personas de diferentes generaciones, intereses, formas de ser e incluso nacionalidades, pueden convertirse en un extraño escenario. En él, los pocos integrantes que se ven como semejantes –más allá del lazo de sangre o civil– se agrupan, mientras que el resto de los asistentes puede quedar aislado. Lo que es más, algo que debe ser una celebración de los lazos que unen a las personas, puede convertirse en la reproducción de ciertos prejuicios, diferencias y discriminación.
Incluye a tus abuelos en la diversión de la Navidad
Piensa, por ejemplo, en las personas mayores: los abuelos y bisabuelos. Ellos pueden acabar siendo ignorados conforme avanza la noche porque ya no comparten el mismo tipo de actividades o contextos que los más jóvenes. Lo que es más, es posible que sean meramente los anfitriones de la cena pero que no se les tome en cuenta como partícipes de la convivencia, los juegos o las charlas.
Recuerda que la raíz de la identidad de una familia son los abuelos, así que incluirlos en la celebración es muy sencillo. Quizá fueron ellos los creadores de una tradición navideña familiar que se conserva pero cuyo origen todos desconocen. Pídeles que la expliquen o relaten. También son ellos los poseedores de muchas anécdotas que ha acumulado la familia en su historial de navidades –incluyendo las que se dieron antes de que nacieras–. Es un buen momento para recordar esas ocasiones. Por supuesto, igualmente quieren saber sobre lo que has vivido a lo largo del año. No siempre tenemos la oportunidad de conversar con ellos sobre nuestro día a día y la cena de Navidad es una buena ocasión para hacerlo. Sobre todo, recuerda que ellos también quieren divertirse esa noche. Tal vez tarden más en comprender las reglas de un juego de mesa o bailen a ritmos más suaves que los que tú puedes alcanzar cuando escuchas reggaetón y tomas tres copas, pero no por eso no quieren pasar un buen momento.
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La cena de Navidad no sólo es responsabilidad de las mujeres
Algo que debiera ser una reunión en la que unos y otros aportan y comparten puede convertirse en un recordatorio más de las diferencias de género. En ese sentido, las mujeres acaban trabajando en la cocina; los hombres, disfrutando y siendo atendidos en la sala.
Una parte genial de la Navidad es la oportunidad de disfrutar recetas exclusivas de la época o que son secreto de familia. Aprender a prepararlas es una manera de conservar ese patrimonio tanto cultural como familiar para las futuras generaciones. Por ese motivo, convierte la preparación de la cena en parte de la celebración y no en la antesala de la misma. Si no caben todos en la cocina, entonces ayuda a que, tanto hombres como mujeres, puedan disfrutar de la reunión previa así como de la sobremesa, ofreciéndote a poner la mesa, ayudar a servir, lavar los trastes o recoger la basura.
Las familias diversas no tienen que vivir Navidades incómodas
Así que tu prima salió del clóset y vendrá con su pareja a la cena de Navidad. ¡Qué bien! Como harías con cualquier otra pareja que invitaran tus primos, hazla sentir bienvenida y date la oportunidad de conocerla. Quizá por fin encuentres a la mancuerna que estabas esperando para derrotar a tu prima en el póker después de la cena. ¿No te sientes capaz de lidiar con la situación? Este es el momento ideal para empezar a cumplir tus propósitos de año nuevo. El principal de ellos: ser una persona más empática, abierta y libre de prejuicios. Sobre todo, si el resto de tu familia tiene marcos mentales tan rígidos como los tuyos, tu prima definitivamente agradecerá que pongas el ejemplo y te esfuerces.
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Celebra una cena de Navidad multinacional y multicultural
Conforme crecen las familias se incorporan nuevos miembros. A veces, algunos de ellos pueden tener otras nacionalidades o religiones. Por supuesto, la cena de Navidad es la oportunidad perfecta para que ellos “demuestren que tienen lo necesario para ser parte del grupo”. Tendrán que probar sabores nuevos, integrarse a charlas de recuerdos de anécdotas que no vivieron, y participar en tradiciones que quizá les sean totalmente ajenas. Enseñarles ese mundo nuevo o distinto puede tener mucho de divertido. No obstante, no debe ser algo unilateral porque, en ese caso, puede resultar un tanto excluyente.
Si algún familiar se casó con alguien de otro país u otra religión, pregúntale cómo celebran estas fechas según su cultura o sus costumbres. Busca comprender también lo que les significan estas fechas, pues ni el ritual ni las creencias son iguales para todo el mundo. Por último, enriquece tus futuras celebraciones navideñas incorporando tradiciones de estos nuevos miembros de tu familia. De esta manera les harás saber que no se “agregaron” a un grupo inmutable sino que ahora ya son parte de él.
No existe nada más bonito en la Navidad que compartir, y eso es justo lo que representa el reconocer, aceptar y acoger lo que cada miembro de una familia puede aportar.