Ahora que ya ha pasado el furor por las fiestas decembrinas y que un nuevo año ha comenzado, es un buen momento para hacer un balance de lo ocurrido en las distintas reuniones a las que asististe con amigos, familiares o con tu pareja.
¿Qué tan presente estuviste en esos momentos para los seres queridos que estaban a tu alrededor? ¿Qué tan presentes estuvieron ellos para ti y para los demás? ¿Qué tanta atención mutua se prestaron al conversar?
Es muy probable que en varias de esas reuniones, si no es que en todas, la atención de la mayoría de los presentes se la haya llevado el celular, ese pequeño dispositivo capaz de mantener a las personas aisladas aunque estén rodeadas de gente.
Muchas veces, las personas usan más tiempo en tomar interminables selfies, videos y fotos, hasta lograr la toma perfecta para compartirla en sus redes sociales junto con actualizaciones de estado en las que presumen lo maravilloso que es ese instante y lo bien que la pasan, cuando en realidad, lo menos que hacen es disfrutar del momento y de quienes ahí se encuentran.
No sería raro que en tus cenas y reuniones haya habido momentos en los que el silencio se hiciera presente, con todos los asistentes con la mirada fija en la pantalla de sus teléfonos, ocupados en hablar con quienes estaban lejos, mientras ignoraban a quienes tenían a un lado. ¿Fuiste tú uno de ellos? ¿Sueles hacerlo cuando te juntas con otras personas?
Si te sientes identificado con situaciones como las descritas, es momento de reflexionar. Y no te preocupes por lo que hayan hecho o no los demás, pues a fin de cuentas cada uno es dueño de sus actos y responsable de ellos; así que mejor ocúpate de lo que hiciste tú, de qué tan presente estuviste o de la forma en que ignoraste a tus seres queridos por dedicarle tiempo al celular, las llamadas, los mensajes y las redes sociales.
Piensa en el mensaje que le mandas a esas personas cuando, al estar con ellas cara a cara, en vez de preferir una conversación amena, risas, atención, comprensión y momentos agradables compartidos, lo que haces es clavar la vista en un teléfono e ignorarlas, aunque parezca que les pones atención. Seguro a nadie le gusta sentir que no es escuchado y que su presencia no es importante.
Aunque, en este sentido, la tecnología no es la única culpable. Muchas veces, sin necesidad de tener el teléfono en la mano, cuando la persona que está frente a ti habla, tu mente está en otro lado, mientras tú oyes sin escuchar y sólo asientes a lo que te dice sin realmente comprenderlo.
Por eso, para evitar arrepentimientos futuros cuando el tiempo se te vaya sin disfrutar la compañía de esas personas que son importantes en tu vida y que no sabes cuándo dejarán de estar presentes, lo ideal es empezar a prestarles la atención que merecen y mantenerte plenamente presente en los momentos que compartes con tus seres queridos. Algunos consejos para lograrlo son los siguientes:
La principal recomendación es esta, porque los teléfonos se han convertido en los principales distractores para gente de todas las edades. Así que, la próxima vez que vayas a una reunión, procura dejar tu celular guardado y en silencio, e involúcrate en las charlas con los asistentes. Si ves que los demás sólo están metidos en el celular, haz la propuesta de que todos lo guarden, convivan con quienes están ahí y se presten atención unos a otros.
Los ojos realmente son las ventanas del alma. El contacto visual permite que las personas sepan que las escuchas de verdad. Así que cuando hables con alguien míralo a los ojos, eso te ayudará a mantener tu mente enfocada en la conversación y no en divagaciones.
La mayoría de las personas piensa en lo que va a responder mientras oye hablar al otro, así que realmente no lo escucha. Para evitarlo, pon atención a lo que se te dice, procésalo y compréndelo; así, sin tanto darle vueltas, tus respuestas fluirán de manera natural y tendrás una mejor conexión con tu interlocutor.
Estar rodeado de los que más amas, y estar con ellos no sólo físicamente sino también emocional y espiritualmente, es lo más valioso que puedes tener en la vida. Cultivar esas relaciones te permitirá mantener una red de apoyo mutuo en la que tanto tú como tus seres queridos pueden encontrar una mano, un abrazo, una palabra de aliento o un hombro en el cual desahogarse cada vez que lo necesiten.
Cuando amas a alguien, lo mejor que puedes ofrecer es tu presencia. ¿Cómo puedes amar si no estás allí?
(Thich Nhat Hanh)
Con información de Tiny Buddha