Las rupturas se dan todo el tiempo, sobre todo en el ámbito de las relaciones amorosas. Seguramente todas las personas pasarán al menos por una ruptura en su vida.
Estas situaciones suelen poner de manifiesto los problemas de apego y traumas no resueltos que cada quien tiene, y si no se da el tiempo para procesar completamente la ruptura y cuidar de uno mismo, es posible que se queden estancados algunos sentimientos no resueltos.
De acuerdo con el psicólogo social Arie Kruglanski, quien empezó a referirse a la necesidad de tener un cierre en 1990, esto se refiere a la necesidad o impulso psicológico que tiene el cerebro de organizar y comprender una situación.
Si has experimentado una ruptura, probablemente estés familiarizado con el proceso de revisar mentalmente todas las cosas que sucedieron en el transcurso de esa relación que terminó.
Ese proceso de reflexión, generalmente incluye notar todos los diferentes sentimientos que están asociados con la ruptura y tiene que ver con organizar tus pensamientos sobre la narrativa de lo que sucedió, así como con reducir y eliminar los sentimientos de amor hacia tu ex.
Una investigación realizada en 2018 reunió a un grupo de personas que acababan de pasar por una ruptura y todavía se sentían desconsoladas, para explorar la reducción o eliminación de los sentimientos de amor y apego después de una relación. A cada grupo se le ofrecieron diferentes indicaciones para reducir sus sentimientos de apego respecto a su ex.
Un grupo recibió la instrucción de tener pensamientos negativos sobre su ex. A otro grupo se le pidió trabajar en la aceptación. Al tercer grupo se le indicó que tuviera pensamientos de distracción "positivos". Y al cuarto grupo no se le dio ninguna indicación.
Lo que descubrieron fue que las tres estrategias disminuyeron significativamente la respuesta emocional de las personas hacia sus ex.
Sin embargo, aquellos que pensaban negativamente en su expareja experimentaron un empeoramiento general del estado de ánimo, lo que sugiere que los pensamientos negativos, aunque útiles para seguir adelante, también tienen un impacto negativo en el presente.
Los investigadores encontraron que la distracción hacía que las personas se sintieran mejor en general, pero no influía en la disminución de la fuerza de los sentimientos hacia su expareja.
Esos resultados sugieren que el cierre debe involucrar alguna forma de procesamiento de lo que sucedió, sin culpar a la expareja, así como reconocer, aceptar y afrontar todos los sentimientos difíciles asociados con la ruptura, en lugar de evitarlos.
Procesar el final de una relación es importante por muchas razones. Para empezar, para tener un bienestar mental y emocional, al ser capaz de pasar de página y continuar con la vida sin ataduras a lo que pudo ser y no fue.
Sin un cierre, puedes regresar a una relación que no funciona o no es saludable, o puedes estar en peligro de repetir los mismos patrones en tu próxima relación. Además, lograr un cierre te permite estar primero bien contigo mismo, para que poco a poco puedas estar nuevamente abierto al amor y listo para dar la bienvenida a otras personas a tu vida.
Primero es necesario entender que estar en una relación es una experiencia continua de contacto con otra persona. Evolutivamente, el ser humano está programado para el apego y, durante una relación, cada persona se orienta hacia otra con su cuerpo, sus pensamientos y sus patrones de comportamiento.
Y al igual que se necesita tiempo para aprender a amar a esa otra persona, se necesita tiempo para dejarla de amar y cortar con el apego respecto a ella; así que sé paciente y compasivo contigo mismo y date el tiempo que sea necesario para sanar.
Un aspecto importante de la recuperación de la ruptura es un proceso llamado "reorganización del autoconcepto", que es un proceso de reconstrucción y fortalecimiento de la identidad autónoma, independiente de la relación.
Sé consciente de que, aun sin pareja, eres un ser completo, date cuenta de que tienes la capacidad de ser feliz y trabajar por crear esa felicidad, con o sin alguien a tu lado. Así que aprovecha ese tiempo de soltería para volcar tu atención, amor y cuidado hacia ti mismo. Prioriza tus necesidades y tu bienestar; cuídate y consiéntete.
Durante el proceso de formar una relación con alguien, la identidad personal se expande y evoluciona, porque la intimidad es un proceso de vulnerabilidad e implica abrirse a otra persona y encontrarse con su historia, sus necesidades, gustos, aversiones, valores, ideas y sueños.
Cuando te encuentras con alguien de una manera tan íntima y vulnerable, esa persona te cambia. Esto no significa que te "pierdas" en la otra persona (aunque eso puede suceder en algunas relaciones), sino que tu identidad se expande a través del contacto interpersonal con el otro.
En este sentido, una ruptura es muy parecida a la muerte. Estás de duelo por haber perdido la conexión que tuviste con otra persona, por la forma en que esa persona te hizo sentir, los rituales que creaste con ella, los recuerdos que compartieron y las visiones del futuro que ambos crearon.
Por eso, al igual que en el duelo por una muerte, hay que aceptar poco a poco, vivir un día a la vez mientras te adaptas a que esa persona ya no esté a tu lado, mientras aprendes a seguir tu camino por tu cuenta y a crear nuevos rituales y costumbres en solitario.
A medida que avanzas en un proceso de reflexión, puedes notar que tus sentimientos cambian de la incredulidad a la ira, a la tristeza, a un estado eventual y gradual de finalización y esperanza por el futuro. No hay una única forma de llorar y no hay una única forma de procesar el final de una relación; encuentra tu proceso personal y respeta los tiempos de tu ser para sanar y aceptar.
Según las circunstancias en que se haya dado la ruptura, es posible que nunca sepas la razón exacta por la que las cosas no funcionaron, pero analizar tus pensamientos y sentimientos te permite llegar a una sensación de cierre lo suficientemente satisfactoria.
Durante el proceso de reflexión, es importante hacerse la pregunta: "¿Cuál fue mi rol en esta ruptura?"; sin culparte a ti mismo, explora cómo contribuiste a cualquier aspecto de la dinámica de la relación que consideres como algo que la afectó y la condujo a terminar. Perdónate por esos errores y perdona a tu ex por los suyos. Agradece a la vida por esa etapa que compartieron y prepárate para continuar tu camino.
Pregúntate también: "¿Veo un patrón de relaciones y rupturas similares en mi vida?"; reflexionar sobre los patrones de tus relaciones y examinar tu rol en ellos desarrolla tu capacidad de ser consciente y comprender tus propios procesos de pensamiento.
Si notas patrones, puedes comenzar a reflexionar sobre cómo tu historial de apego de desarrollo temprano podría estar reflejado en tus relaciones actuales. Si encuentras un patrón o antecedentes de abuso, negligencia u otros patrones inapropiados o insatisfactorios, puedes buscar ayuda profesional en la terapia para afrontarlos y resolverlos.
Tu capacidad para reflexionar y asumir la responsabilidad de lo que experimentas como frustrante, hiriente o insatisfactorio significa que puedes comenzar a tomar nuevas decisiones y participar en nuevos comportamientos que traigan más satisfacción a tus futuras relaciones.
Superar una ruptura lleva tiempo, pues el anhelo, el cariño, el apego e incluso el deseo por esta otra persona no se detiene de inmediato, aunque la relación ya haya terminado.
Es importante que notes y observes las emociones, los sentimientos y pensamientos que la ruptura y tu nueva situación generan en ti; acéptalos, compréndelos y, cuando sea el momento, libéralos. Verás cómo, poco a poco, empieza a haber más y más espacio entre los pensamientos preocupantes y el anhelo por esta otra persona, hasta que un día desaparecen.