Sin duda, tener un hijo es una experiencia que te cambia la vida, pues tu mundo deja de centrarse en ti o en tu pareja para enfocarse en mayor medida en ese nuevo ser. Esto, para algunos, puede ser lo más maravilloso de la vida; pero para otros puede resultar algo realmente abrumador.
La llegada de un bebé implica que la dinámica personal, de pareja o familiar (según sea el caso) cambie radicalmente de un momento a otro. Para las mujeres, en particular, la presión de ser una "madre perfecta" puede ser bastante abrumadora, la cual se ve agravada por el llamado "instinto maternal".
Este concepto hace parecer que la maternidad es la cosa más natural del mundo; sin embargo, aunque tener hijos tiene su lado maravilloso, la realidad es que no todo es miel sobre hojuelas y para mayoría de los padres y madres, si no es que para todos, la transición de la paternidad / maternidad no es fácil ni fluida, sino que implica muchos retos y ajustes en el camino.
Para algunas personas, el instinto maternal implica que una mujer quiere tener hijos de forma innata y natural, es decir, la maternidad se concibe como un deseo que toda mujer tiene o debe tener; algo así como un llamado de la naturaleza que tarde o temprano aparecerá.
Por otro lado, el instinto maternal también suele referirse a la idea de que la intuición protectora y maternal de una mujer se activará naturalmente después de dar a luz. De modo que, de repente, sabrá exactamente qué necesita su bebé en cada momento, y será capaz de hacer la transición a la maternidad de forma natural, sin contratiempos en el camino.
En ambos casos, el concepto del instinto maternal refuerza la idea de que las mujeres no sólo desean (o deberían desear) tener hijos, sino que también están “equipadas” de manera innata para cuidarlos y cubrir todas sus necesidades, como si trajeran un manual integrado de cómo ser madre que se activa al parir. Todo lo que se desvíe de esta idea se considera la excepción negativa.
Mientras que algunas mujeres saben que quieren ser madres desde una edad temprana, o al menos tienen la idea de ese deseo (muestra de ello es cuando las niñas juegan a que sus muñecas son sus hijas); o bien, al crecer se sienten cómodas al cuidar de los niños y sienten que es alo que les gustaría hacer al tener sus propios hijos.
Según el concepto del instinto maternal, esa tendencia debería aplicar a todas las mujeres, sin embargo no es así. Hay muchas mujeres que, también desde temprana edad, tienen dentro de sí esa noción de que no desean tener hijos, pues no suelen mostrar interés en los juegos maternales y conforme crecen tampoco se sienten a gusto al tener que hacerse cargo de los niños, por lo que no imaginan una vida con hijos.
Por otro lado, respecto al segundo concepto del instinto maternal, aunque los hijos sean deseados y amados, la realidad es que aprender a cuidar a un recién nacido suele estar lejos de ser fácil o instintivo, por lo que requiere un proceso de adaptación y un aprendizaje constante.
Algunos estudios apuntan a un vínculo emocional temprano entre las madres y sus bebés, especialmente a través de la liberación de oxitocina durante la lactancia. Asimismo, algunos estudios demuestran que el vínculo prenatal temprano ocurre alrededor del momento en que una mujer embarazada siente por primera vez que su bebé se mueve. Sin embargo, ninguno de esos estudios apoya la idea de un instinto maternal inherente.
Entonces, en resumen: sí, la idea de que todas las mujeres tienen un "instinto maternal" es un mito. Según un estudio de 2018, en el que se investigó el apego entre las nuevas mamás y sus bebés, no es raro que las mujeres luchen por sentirse conectadas con su recién nacido o tener un sentido de "amor maternal" hacia ellos inmediatamente después del nacimiento.
Aunque comportamientos como el contacto piel a piel y la lactancia pueden ayudar en el apego, muchas de las mujeres que participaron en estos estudios tardaron hasta una semana en expresar el sentimiento de una conexión real. En algunos escenarios, incluso se necesitaron meses para que se produjera ese vínculo.
Este tema se complica aún más cuando se agrega la realidad de la depresión posparto, que puede dificultar o retrasar la experiencia de vinculación afectiva para las madres que luchan con ella.
Tratar de manejar el cuidado del recién nacido y al mismo tiempo lidiar con la tensión emocional es una tarea difícil; sobre todo cuando a la ecuación se suman los malestares propios del posparto, el cansancio por los cambios drásticos en las rutinas y las noches de desvelo.
Entonces, los sentimientos de desconexión entre la nueva madre y su bebé son bastante normales. Pero debido a las presiones sociales que dictan que una mujer debe sentirse unida al instante con su bebé, muchas madres han expresado culpa y vergüenza en innumerables estudios cuando no sintieron esa conexión inmediata.
Por otro lado, el mito del "instinto maternal" como una fuerza que surge al dar a luz ignora la realidad de que los padres y madres adoptivos son igualmente capaces de realizar tareas de cuidado infantil, generar apego con sus hijos, amarlos inmensamente y experimentar un aumento de oxitocina cuando participan en actividades de vinculación con ellos.
Las madres, y sobre todo la sociedad, deben entender que es normal sentirse abrumada por la realidad de la maternidad, pues no es algo instintivo como lo dice el mito del instinto maternal, sino que es algo que debe ser aprendido y un proceso en el que seguro habrá desaciertos, y es totalmente normal.
Por muy atractiva que pueda ser la noción de un instinto maternal innato, también es un arma de doble filo que puede evitar que las nuevas madres busquen ayuda cuando la necesiten. Al tratar de adherirse al ideal de que naturalmente deben saber cómo hacer todo, incluso si nunca antes han tenido hijos o cuidado niños pequeños, la presión puede ser abrumadora.
Entonces, en lugar de guiarse por la noción de instinto maternal, las mamás (y sobre todo quienes están a su alrededor) deben ser conscientes de que no van a aprender a ser madres inmediatamente tras el parto y que no es una tarea que deban realizar solas, ya que pueden tener el apoyo de su pareja en primera instancia (en los casos en que cuenten con ella), de sus familiares, amigos y demás seres queridos. Se vale pedir ayuda y preguntar todo lo que no sepan a otras mujeres que ya hayan sido madres o al médico, según sea el caso.
El instinto maternal es un concepto que se utiliza ampliamente en la cultura popular. Sin embargo, la investigación no necesariamente lo respalda. Por ello, en lugar de pretender que las madres sepan cómo ejercer la maternidad y la crianza instintivamente, es necesario crear una comunidad en torno a ellas para brindarles la ayuda, el apoyo, la empatía y la comprensión que requieren para criar a su hijo.
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