La empatía es considerada una de las cualidades más importantes del ser humano. Se define como la capacidad de ponerte en el lugar del otro para comprender su sentir y actuar, sin juzgarlo, con tolerancia, respeto y compasión.
Cuando eres empático, eres capaz de sentir y comprender tanto las alegrías como las tristezas y el dolor de los demás, así como asumir una actitud adecuada ante cada circunstancia. La empatía te permite brindar apoyo y comprensión, además de que te ayuda a ser compasivo ante las situaciones que viven los demás y su forma de reaccionar ante ellas.
En términos biológicos y neurológicos, la empatía se da gracias a las llamadas neuronas espejo, que son las células responsables de la compasión. Por otro lado, las personas empáticas suelen ser altamente sensibles, lo cual implica un umbral bajo para la estimulación, la necesidad de tiempo a solas, sensibilidad a la luz, el sonido y el olfato, además de una aversión a grandes grupos.
Para averiguarlo, haz la siguiente autoevaluación de 20 preguntas que propone la psicoterapeuta Judith Orloff, autora del libro Guía de supervivencia para personas altamente empáticas y sensibles.
Lee las preguntas y reflexiona un momento, sé honesto y responde "mayormente sí" o "mayormente no" a cada una.
Ahora revisa tus resultados:
A menos de que se trate de alguien con rasgos psicópatas (se caracterizan por carecer de empatía desde su nacimiento, al ser incapaces de acceder al dolor o la felicidad ajenos), para cualquier otra persona la empatía es una cualidad que se puede desarrollar y reforzar al poner en práctica hábitos como los siguientes.
Esa vieja frase de ponerse en los zapatos del otro es una de las premisas más importantes para la empatía. Ojo, aquí no se trata de pensar lo que tú harías, sino de comprender por qué el otro hace lo que hace. A lo mejor en esa situación tú no llorarías o no te enojarías, pero esa persona sí; el punto es comprender por qué y ser compasivo ante sus motivaciones.
Así que, antes de juzgar o minimizar el sentir ajeno, ponte en el lugar del otro, ve las cosas desde sus ojos, con sus circunstancias, desde su personalidad y valores; así podrás comprender las razones por las que reacciona y actúa como lo hace.
Cuando no estés de acuerdo con lo que alguien más hace o con la manera en que reacciona a determinadas situaciones o problemáticas, piensa qué harías tú en su lugar, cómo te sentirías y de qué forma esas emociones afectarían tu actuar. El ejercicio puede ayudarte a comprender que no siempre es fácil responder de la mejor manera posible.
Nadie debe juzgar a nadie, pues la historia de vida y las circunstancias de cada persona son distintas, además de que cada uno ha cometido errores en diferentes niveles.
Evitar el juicio es clave para ser empático, en especial cuando desconoces el entorno en el que la otra persona se ha desenvuelto y el contexto de la situación que te ha tocado presenciar. No emitas juicios sobre las acciones de los demás, y verás qué fácil es relacionarte desde la compasión.
Es importante escuchar lo que te dice la otra persona sin hablar de ti (evita decir cosas como “A mí me pasó lo mismo y yo hice tal cosa”, o “Sé lo que es pasar por eso, pero no es para tanto”).
Escucha con atención, sin interrumpirle, sin minimizar lo que siente ni criticar lo que dice. Si tienes dudas o no entiendes bien algo, pregunta en vez de suponer; parte de la empatía también es interesarte por saber más, pues esto hace que la persona se sienta comprendida.
Como se mencionó arriba, cada persona se desarrolla y desenvuelve en contextos y situaciones muy diferentes. Si una persona es distinta a otra es, en primer lugar, por su carácter y personalidad y, en segundo, porque cada quien ha crecido en ambientes distintos y ha sido educado con valores diferentes. Comprender esto te ayudará a ser más empático.
Muchas veces, los conflictos y el juicio hacia los demás surgen porque creas expectativas sobre la manera en la que crees que deben reaccionar o pensar, y porque generalmente esperas que actúen como tú lo harías. Si evitas las expectativas y dejas que los demás actúen como son, sin que eso te moleste o afecte, habrá mucho menos conflictos y tu empatía crecerá.
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