El debate sobre la pornografía lleva más de 40 años y sigue más vigente que nunca. Existen diversos grupos (religiosos, conservadores, pero también feministas radicales y defensores de los derechos humanos) que la consideran una industria inmoral o violenta, que puede ocasionar trastornos afectivos y que transmite y perpetúa la opresión de las mujeres. Sin embargo, la realidad es que, al margen de los debates, hay cientos de trabajadores y trabajadoras sexuales que merecen respeto, un trato digno y que se reconozcan sus derechos laborales. Por lo tanto, el público que consume pornografía tiene la responsabilidad de informarse al respecto y hacer elecciones éticas.
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Estas son cinco cosas que debes saber si vas a ver pornografía:
1. La pornografía es una fantasía actuada por profesionales
Ver una película pornográfica y pretender que así sean nuestras relaciones sexuales es casi tan absurdo como ver Superman y saltar de la azotea de nuestras casas con una capa. Los actores en la pornografía son profesionales, las tomas están editadas, las posiciones muchas veces no son placenteras y las fantasías que representan probablemente no se sientan tan bien llevadas a la realidad. Entender el porno como la ficción que es resulta fundamental para disfrutarlo.
2. La finalidad del porno no es educarte
Aprender a disfrutar de nuestra sexualidad, conocer nuestro cuerpo y descubrir qué cosas nos resultan placenteras es una responsabilidad personal que el porno no va a resolver. Su finalidad es el entretenimiento; está pensado como un espectáculo, no como un documental o material didáctico.
3. Todo el porno que consumas debe ser legal y consensuado
Esto significa que debes informarte sobre las condiciones de producción de la pornografía que estás viendo. ¿Todos los actores están de acuerdo en lo que ocurre? ¿Tienen edad legal para participar? ¿La productora les ofrece protección a la salud y derechos laborales? Esto excluye por supuesto las cámaras ocultas o las sex tapes filtradas cuya finalidad no era que las vieran desconocidos. Consumir o compartir ese tipo de pornografía es un delito.
Recuerda: la responsabilidad de ser consumidores responsables aplica para todos los aspectos de nuestra vida.
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