Cuando meditas, es probable que te hayas preguntado si lo estás haciendo bien o si realmente está funcionando. Y es que, a veces, meditar puede sentirse como si estuvieras ahí sentado, simplemente dando un repaso a tu lista de pendientes, dando vueltas a tus pensamientos recurrentes o pensando en el proceso de meditación en sí, lo que puede hacer que sientas que no funciona o que estás haciendo algo mal.
Sin embargo, podrías estar profundizando en la meditación, incluso si no te das cuenta, pues en realidad, la transición a una meditación profunda puede ser tan sutil que incluso llega a pasar desapercibida. Las siguientes son algunas señales de que has logrado profundizar en tu meditación.
Si durante la meditación sueles pasar el tiempo pensando en el hecho de que estás meditando, entonces en realidad tu práctica no es tan profunda, ya que esto implica perder la conciencia de que estás meditando. Así que, si te olvidas de lo que estás haciendo, dejas de preocuparte porque debes ir más profundo y simplemente te permites ser y estar en ese momento, habrás logrado profundizar en tu práctica.
Aquí ocurre algo similar a lo que pasa cuando tienes insomnio y quieres dormir, pues cuanto más pienses en que debes conciliar el sueño, más difícil te resulta quedarte dormido; mientras que si distraes la mente contando hacia atrás, leyendo o contando ovejas, te será más fácil dormir.
Igual ocurre al meditar, mientras más piensas en que estás meditando y debes ir más profundo, menos lograrás hacerlo; por ello, es necesario “distraer” la mente del hecho de que estás meditando y una excelente forma de hacerlo es a través del uso de mantras o de la respiración consciente. De esta manera, se logra alejar suavemente a la mente de la conciencia superficial, para que te olvides del hecho de que estás meditando.
Muchas personas tienen la idea de que meditar implica poner la mente en blanco, sin embargo, en realidad eso no es posible, ya que la mente está trabajando y generando pensamientos todo el tiempo. De lo que se trata más bien es de ser capaces de observar esos pensamientos, dejarlos ser y dejarlos pasar sin juzgarlos.
Profundizar en la meditación significa que tu mente va de la conciencia superficial a la conciencia sutil y, en última instancia, a la ausencia de conciencia. A medida que tu mente viaja a través de los diversos grados de conciencia, tendrás varios pensamientos, muchos de los cuales no tendrán nada que ver con la meditación. Si resistes tus pensamientos, puedes volver a excitar tu mente; por ello, si abrazas los pensamientos, tu mente seguirá sin excitarse y será capaz de perder toda conciencia, lo cual es un síntoma de los estados más profundos de meditación.
Otro indicador clave de que te sumergiste profundamente en la meditación es la forma en que percibes el paso del tiempo. Por ejemplo, si meditaste durante 30 minutos, pero sentiste como si fueran sólo 10 minutos, durante los cuales no recuerdas haber pensado mucho en nada, es un indicio de que tu meditación fue tan profunda que perdiste la noción del tiempo y fuiste capaz de dejar pasar tus pensamientos sin enfrascarte en alguno de ellos.
Mucho se habla de que la posición correcta al meditar es manteniendo la espalda recta, con la columna erguida y la barbilla levantada, pero quizás pase que terminas la sesión con la barbilla inclinada hacia adelante y la espalda ligeramente redondeada.
Si esto sucede en tu meditación, no te preocupes, porque puede ser un indicio de que tuviste una experiencia extremadamente dichosa, que te hizo perder la consciencia de mantener la postura que se considera adecuada, ya que todo tu cuerpo se relajó.
Desde el exterior, esto podría parecer que estabas durmiendo, pero por dentro, debió sentirse como si todavía estuvieras sentado en posición vertical, mientras en realidad experimentabas una relajación profunda y una satisfactoria calma mental.
Tomar una bocanada profunda de aire durante la meditación es un efecto secundario común de los profundos niveles de relajación alcanzados durante la práctica. La frecuencia respiratoria del cuerpo está relacionada con la cantidad de descanso que se adquiere durante una experiencia determinada.
Por ejemplo, mientras haces ejercicio o algún esfuerzo, tu frecuencia respiratoria es pesada; en cambio, mientras estás sentado y en calma, tu frecuencia respiratoria es significativamente menor; y al dormir, ésta se vuelve aún más lenta. Y mientras meditas, tu frecuencia respiratoria puede alcanzar niveles que son incluso más profundos que cuando duermes, en los que apenas respiras. Durante estos periodos de descanso extremadamente profundo, es posible que dejes de respirar por completo durante un momento, a lo cual sigue una bocanada de aire profundo, después de la que continuarás respirando normalmente.
Si no has experimentado ninguno de estos signos, no significa que tu meditación no haya sido efectiva. Cada meditador tiene experiencias diferentes en cada práctica; y la principal diferencia entre los meditadores novatos y los experimentados es que los primeros juzgan sus meditaciones como "buenas" y "malas", según el nivel de profundidad que perciban en ellas; mientras que los meditadores experimentados permanecen libres de juicios y expectativas sobre sus experiencias.
Es importante tener claro que las meditaciones profundas no surgen de un día a otro, sino a través de la práctica y la constancia, por lo que no debes esperar cambios importantes en tus primeros días o semanas, o incluso meses de meditación. Eventualmente ocurrirán, pero generalmente cuando menos te esperas que sucedan. Mientras tanto, recuerda que todas las meditaciones son útiles, no las hay buenas ni malas, sino que todas contribuyen a tu proceso de crecimiento espiritual.